Detrás de canciones tan míticas como Cuando fuimos los mejores, Cass o Apuesta por el rock & roll está Gabriel Sopeña que, aun así, no publicaba un disco en solitario desde hacía dos décadas. Ahora vuelve con Sangre Sierra, un trabajo de doce canciones en el que revisita varias de sus composiciones y estrena otras.

¿Por qué dar un paso al frente ahora? «Vas trabajando y su propia dinámica te va colocando en una situación en que ves que los demás están cantando temas tuyos, interpretando lo que tú vives y lo que tú sientes, que es un motivo de legítimo orgullo, pero al final esos mismos son los te dicen que por qué no lo haces tú. A mí nunca me ha gustado estar en el frente del escenario, siempre me ha gustado estar detrás pero la respuesta sería que doy el paso ahora por acumulación. Tengo muchas canciones, un repertorio tremendo y creo que estoy en una edad en la que no tengo nada que demostrar y sí tengo curiosidad y ánimo por darle más visibilidad a las canciones», explica un Gabriel Sopeña que tiene claro que en este trabajo tiene un papel destacado el productor Josu García, con el que ya trabajó en Más Birras en el año 1991: «Hablamos el mismo idioma y lo admiro mucho aunque no te pienses que se habló mucho. Somos de la vieja escuela, la música se toca y si no te gusta lo repites y, en ese sentido, hemos contado con la colaboración de los músicos de aquí, Guillermo Mata, Jorge Reverendo, Roberto Montañés, Lauren Castagné, que han sido unos bastiones».

Entre las doce canciones del disco, destacan las colaboraciones de Enrique Bunbury (en Apuesta por el rock & roll) y Loquillo (Yo y Bobby McGee) y una nueva versión de Cass, «que siempre será la chica más guapa de la ciudad que ha traspasado muchas generaciones», asume Sopeña. «Con el Loco fue complicado elegir la canción porque he colaborado con él desde el 91 y nos costó dar con el tema de Kris Kristofersson que, en sus últimas versiones, ya había llevado él al rollo fronterizo», relata el artista zaragozano antes de detenerse en la colaboración con Bunbury: «Apuesta por el rock and roll la he oído hasta en versión cumbia en merengue y nos faltaba hacer la que hacíamos con Mauricio (Aznar), dos voces juntas muy pegadas a la línea melódica y el resultado es sobrecogedor. A veces me parece oír a Mauricio».

El resto de temas que componen el disco son «canciones que me he quedado para mí, es un árbol de muchas ramas, es un edificio con gran andamiaje. Composiciones que he ido eligiendo por cuestiones emocionales y que responden a mi estado de ánimo en particular». Así, se pueden escuchar temas como Ella conducía un Chevy rojo, Queda tan lejos el cielo o Paisajes, entre otras: «Son canciones bregadas en directo conmigo, me divertía la idea de hacer con las canciones como cuando cantaban Dylan y Cohen que llegaban al disco después de tocarlas mucho en directo», dice con rotundidad Sopeña que cree en el poder de los conciertos: «Ofreces algo que no existe, único e inimaginable que uno se lleva a casa al salir del concierto y eso es el futuro de la música», relata. De hecho, es un sistema, el del directo que utiliza a menudo con Loquillo: «Siempre lo hacemos, cuando tenemos un repertorio, buscamos un sitio, lo soltamos a la italiana y si nos equivocamos, repetimos. Es algo que me parece muy humano en el mundo de la música que está tan deshumanizado».

Gabriel Sopeña ha programado una gira de presentación de este Sangre Sierra que incluye únicamente tres fechas, Madrid (1 de junio), Zaragoza (Las Armas, 3 de junio) y Barcelona (9 de junio). «No quiero perder esa posición modesta que me gusta y, en principio, no haré más conciertos. No digo que deje de hacer discos porque volveré en septiembre pero con el mismo criterio de siempre aunque ahora ya con discos en solitario porque quizá tengo una necesidad más grande de visibilidad en lo que hago».