Tres orejas, que le permitieron salir a hombros por la puerta grande, cortó Luis Antonio Gaspar Paulita , como único espada, en la corrida de toros, celebrada ayer en Alagón.

Se lidiaron seis ejemplares, con muy pocos pitones, de la ganadería portuguesa de Murteira Grave, Los tres primeros, excesivamente gordos, parecían bueyes de carreta y por su peso cualquiera sabía que no podían embestir. Bien presentados los restantes.

En cuanto a su juego, los tres últimos tuvieron buen son y brindaron en bandeja el triunfo al torero alagonés.

La plaza se llenó en la mitad de su aforo (2.000 personas) en una tarde desapacible y con amenaza de lluvia, lo que restó espectadores.

Las cosas no le salieron bien a Paulita, y además, sus mentores tampoco se las plantearon bien.

Porque se lidiaron primero los tres toros más grandes --fuera de tipo y muy gordos-- y cualquiera sabía que tendrían muchas menos posibilidades de embestir que los tres últimos, más en tipo, ligeros de peso y con posibilidades.

De tal manera que lo que ocurrió fue que, mediado el festejo, la moral y las fuerzas del torero estaban por los suelos y el público animoso pero algo decepcionado.

Con el capote, el espada solo destacó en el quinto y con la muleta lo mejor llegó en el cuarto, al que cortó dos orejas, con buenos muletazos sobre todo por el lado izquierdo.

En los restantes enemigos, en los que el público guardó respetuoso silencio, sólo hubo detalles aislados. Como en el primero, en el que, mientras el de Murteira aguantó, le ligó buenos redondos, que le permitieron cortar una oreja. Tampoco estuvo acertado con la espada, lo que prolongó en demasía un festejo que duró dos horas y media.