E ntre idas y venidas a los festivales veraniegos los discos esperan y esperan sobre la mesa a ser escuchados, degustados y criticados. Es el momento, pues, de recuperar algunos de ellos, no abandonados ni olvidados, pero relegados temporalmente. El verano es lo que tiene, pero ellos no son culpables. Por eso están aquí.

Orchestra Baobab. Tribute To Ndiouga Dieng (Wolrd Circuit). La siempre punzante Orchestra Baobab, de Senegal, regresa con disco nuevo tras una década sin grabar, en el que rinde homenaje a Ndiouga Dieng, uno de sus cantantes originales. Y vuelve con cambios en su formación: por ejemplo la ausencia del guitarrista Barthélemy Attiso, las presencias de Abdouleye Cissoko (kora) y Wilfried Zinzou (trombón) y las colaboraciones estelares de Cheikh Lô y Thione Seck, quien abandonó la Orchestra en 1979. El álbum, en el que recrea viejas piezas propias y grandes temas del repertorio popular es delicioso; justo lo que se esperaba de ese cruce entre África y el Caribe que tan sabrosos frutos le ha dado históricamente a la Baobab.

Oumou Sangaré. Mogoya. (No Format). Ocho años ha tardado en ofrecer nuevas canciones la diva malí de la canción wasoulou. Lo hace ahora con sello discográfico y producción made in France (la firma el colectivo Albert, que ha trabajado con Franz Ferdinand). Tony Allen colabora en Mogoya, álbum en el que mantiene los sonidos tradicionales como los del kamele n’goni, pero apuesta por las guitarras y los bajos poderosos, la electrónica y la psicodelia. La pieza que da título al disco y lo cierra se muestra gozosamente experimental.

Rocío Márquez. Firmamento (Universal). No hay quitarras flamencas en este flamenco nuevo disco de la cantaora onubense. Sí están los instrumentos del Proyecto Lorca (piano, saxofones, percusiones) utilizados de manera que traspasan las fronteras del jazz para instalarse en un territorio de búsqueda, y la producción del siempre agitador Refree. Pero innovación en este trabajo singular, cuyos textos están escritos por mujeres, no esta solo en la transgresión musical: la encontramos igualmente en el cante, en esa voz que dice y canta rompiendo moldes, y baste como ejemplo esa soberbia bambera armada con un texto de Teresa de Jesús. Rocío, revulsiva.

Kasai Allstars & Orchestre Symponique Kimbanguiste. Around Félicité (Crammed / Karonte). El arrebatador conclomerado lo-fi de los arrabales de Kinshasa, puesto al servicio de la banda sonora de Félicité, película del franco-senegalés Alain Gomis. Tremendo. Y comparte pistas con la OSK, que recrea a Arvo Pärt. Por cierto al CD original le ocompaña otro de suculentas remezclas.

Timber Timbre. Sincerely, Future Polution (Slang / Music As Usual). Cuarto álbum del grupo canadiense, aunque bien podría ser un trabajo en solitario de su líder Taylor Kirk. Distopía, emigración y xenofobia son los asuntos de las letras; el folk gótico, los ritmos pesados, las guitarras rasposas, las atmosferas oscuras y las voces lánguidas, los de las músicas. Con ecos de Suicide, Roxy Music, Cave, This Mortal Coin...

Prince And The Revolution. Purple Rain (Warner). Edición de lujo de una de las mejores apuestas del geniecillo de Minneapolis: el disco original remasterizado por Prince; un CD con rarezas y descartes, con algunas piezas brutales; un tercer álbum con singles retocados y caras B, y un DVD con un concierto en Siracusa, filmado en 1985. No hay que insistir en su su interés, vaya.

Silvia Pérez Cruz. Vestida de Nit (Universal). Silvia. inconmensurable (eso sí, quizá muy solemne recreando a Cohen), revisando con un grupo de cuerdas varias de sus canciones fetiche (y alguna que sorprenderá). Excelente.

Gorillaz. Humanz (Parlophone). Muchas canciones, muchos invitados, mucho electicismo. La cosa pretende ser una metáfora del tiempo presente, pero reconozcamos que Damon Albarn y su socio Hewlett ofrecen inspiración interruptus. O sea, esta sí, esta a medias, esta sobra.

Jenny & The Mexicats. Mar abierto (Mexicat Records). Parece que este cuarteto multicultural se está decantando cada vez más por un pop de factura correcta, auqnue menos agitador que anteriores incursiones fronterizas. Él sabrá. Con todo, siempre he tenido la sensación de que Jenny & The Mexicats da más juego sobre un escenario que en un estudio de grabación. Compruébenlo.