EDAD 45 AÑOS

NACIDO EN GÜÍMAR (TENERIFE)

ACTUALIDAD ACABA DE PUBLICAR SU PRIMER DISCO AUTOEDITADO, 'EL MONO ESPABILADO'

--¿El mono espabilado es su decimotercero o su primer trabajo?

--(Piensa). No, no, es el decimotercero. Ciertamente, este disco, junto a Vidas, responde a una filosofía musical que se acerca mucho al primer disco, basada en la búsqueda de la austeridad y más centrado en la canción. Quizá he vuelto al concepto de trovador.

--Con este trabajo, ha decidido autoeditarse el disco, ¿tan mal están las cosas en la música?

--Decir en estos momentos que están mal las cosas en la música... Se está atravesando una época mala a todos los niveles, no solo en la música, con una crisis y unos recortes brutales. Nosotros, me refiero a la música, ya sufrimos una crisis anterior en la que vivimos el desplome de la industria discográfica que se autodestruyó. Lo que pasa es que cuando empezó a caer el mercado del disco, siempre nos quedaba el directo, pero ahora, con esta crisis global, ya no nos queda ni eso, porque los ayuntamientos ya no contratan y se empieza a notar la ausencia de gente en los conciertos. ¿Qué ha pasado? Que el disco ha pasado a ser algo simbólico, un objeto promocional para que vean que existes, pero es tan minoritario que ya la compañía discográfica sobra como intermediaria. Y con esa filosofía hemos empezado esta nueva aventura.

--¿Ha dicho que la industria discográfica se autodestruyó?

--De esta crisis tiene mucha responsabilidad la industria, del mismo modo que la crisis mundial en la que estamos inmersos es culpa del sistema y del poder capitalista. Es el mismo caso. En la música, los precios caros y los márgenes de beneficios muy altos cuando las cosas iban bien, provocaron que cuando apareció internet y la gente vio que lo podía conseguir a precio cero, el público no lo dudó. Y la industria en vez de adaptarse mantuvo los precios y quiso mantener su estatus, cuando ellas son las culpables de que se haya empobrecido el producto cultural, poniendo por encima del arte, el negocio... Si la industria hubiera generado un público culturalmente fuerte con precios asequibles, no hubiera pasado todo esto. Y lo mismo ha sucedido con la crisis global actual.

--Con El mono espabilado vuelve el Pedro Guerra de los inicios, quizá dejando a un lado sus investigaciones musicales...

--Ahora hago canciones que me gustan, que hablan de temas que me preocupan y sí es cierto que he hecho unos arreglos muy austeros para que vayan creciendo un poco. Eso es así. Este momento ya empezó en el 2007 con Vidas por lo que no responde a un momento de austeridad como el que estamos atravesando, pero sí es cierto que me ha permitido, en este caso, adaptarme mejor a estos tiempos. Por ejemplo, el disco lo grabé con banda, pero ahora hago la gira yo solo y lo puedo hacer por esa austeridad con la que han sido concebidas las canciones.

--La evolución es el tema principal sobre el que gira su nuevo trabajo, ¿es algo que le obsesiona?

--Me preocupa el ser humano, por qué somos cómo somos y de dónde venimos. En los últimos años he estado leyendo mucho sobre la evolución y la capacidad de funcionamiento del cerebro que es donde está la clave de todo. El ser humano es el mono que más ha espabilado, se ha adaptado mejor y, por ello, ha logrado separarse de las otras especies. Es el comienzo de todo.

--¿Está seguro que somos más espabilados que los monos? A veces no lo parece...

--Hay una lectura más allá. Estas son nuestras capacidades, pero, ¿las estamos usando? Pienso que a veces no. Y esa tendencia es la me hace creer que el ser humano va hacia una involución. La canción La que camina habla de un Austrolopithecus que aprende a caminar sobre dos patas y comienza una caminata hasta ocupar el planeta entero. Y creo que ese camino no debería parar hoy, hay que seguir caminando y haciendo un esfuerzo para ser mejores.

--En Aquella canción alude al desconocimiento musical de canciones antiguas...

--No sé si es denunciable, pero a mí me da pena que, por ejemplo, no se escuche a Carlos Gardel o a los Beatles... Evidentemente, no voy a obligar a nadie a escuchar, pero yo tengo dos hijos y me gustaría que por lo menos tuvieran la opción de escucharles... Y ahí creo que son vitales los medios. Si solo consumimos lo que se nos ofrece, mermamos la libertad de elegir de entre todas las opciones. Y es una pena, porque tenemos un cancionero hermosísimo que si nadie lo acerca a las nuevas generaciones, un día se perderá, y esto engancha con lo que hablábamos antes, y el ser humano tenderá a la involución si no tenemos posibilidad de disfrutar de todo lo bonito que hemos hecho.

--Precisamente ese tema lo canta con Iván Ferreiro. Miguel Poveda es el otro artista que ha colaborado en este disco, ¿por qué los eligió?

--Es fácil. Porque los admiro y porque son dos de los más grandes en su ámbito. Me puse en contacto con ellos y resultó que a ellos también les gustaba. De ahí nació un reto porque nos movemos en espacios diferentes, aunque solo aparentemente, porque el lenguaje de la música es universal. Ambos han sido muy generosos porque no han impuesto su estilo, sino más bien yo a ellos.

--En otra canción se pregunta quién le robó el candor a Caperucita... ¿y a nosotros, quién nos lo ha quitado?

--Hay Caperucitas y Caperucitos a los que se lo han robado una persona de carne y hueso y hablo de los abusos a menores. Pero, al resto, nos lo ha robado algo más sutil, el sistema de vida. Nacemos con una gran ingenuidad que deja de ser un valor cuando somos adultos; la propia sociedad nos la arrebata, porque pasa a ser un valor no deseable por las convenciones de la sociedad.