En 1977, Luis Buñuel todavía escribía que estaba deseando poder asistir al rodaje de un cortometraje de un amigo «para conocer las nuevas tendencias». Famoso es el autorretrato simbólico de Goya incluido en el álbum Aun aprendo. De un hecho a otro hay más de un siglo de diferencia pero ambos simbolizan el valor de la curiosidad inherente a dos de los grandes genios de la cultura aragonesa. Y el análisis de ese ansia de explorar y aprender es el inicio de la exposición Goya y Buñuel. Los sueños de la razón, que desde el pasado 13 de diciembre se puede ver en el museo Lázaro Galdiano de Madrid organizada por el Gobierno de Aragón e Ibercaja. Una muestra a la que se incorporó ayer el primer autorretrato de Goya (colocado junto a uno de Buñuel en el rodaje de Un perro andaluz) en un acto presidido por la consejera de Cultura del Gobierno de Aragón, Mayte Pérez; el director general de la Fundación Ibercaja, José Luis Rodrigo Escrig; la directora del museo Lázaro Galdiano, Elena Hernando, y los comisarios de la exposición, Amparo Martínez y José Ignacio Calvo. Además, también asistieron otras personalidades de la cultura aragonesa como la actriz Luisa Gavasa, el artista Ricardo Calero y la directora de la Biblioteca Nacional, Ana Santos, entre otros.

De la curiosidad que mostraron ambos artistas, «hijos de su tiempo», la exposición pasa a analizar su espíritu crítico con el mundo expresado con el cuadro La letra con sangre entra y con el último guion de Buñuel, Agón, en el que «recreaba una guerra nuclear provocada por el terrorismo» que nunca se llegó a rodar. No hay que olvidar que ambos vivieron una guerra que les marcó profundamente. Y «fue ese espíritu de curiosidad y de crítica lo que les llevó a la libertad», señaló Amparo Martínez en la que ambos apostaron por la subversión que es el tercer apartado de la exposición.

ASOMARSE AL INTERIOR

Todo lleva al cuarto apartado, que es el más importante de la exposición y del que coge el título la misma, Asomarse al interior. «Ambos tienen una sordera que les obliga pero que también les beneficia para indagar en su interior y ejercitar la imaginación», aseveró Martínez antes de que José Ignacio Calvo se centrara en la obra de Goya que se puede contemplar en este apartado: «Es un libro encuadernado con los grabados abierto por el capricho número 43 en su edición original de 1799. Es el prototipo de la ambigüedad que guiaba el trabajo de Goya, El sueño de la razón produce monstruos... de donde hemos sacado el título de esta muestra».

Además, en esta primera sala, a lo largo de todo el recorrido, se confrontan algunos de los referentes de Buñuel con películas donde posteriormente los volcó en unas pantallas de proyección que se dan la espalda unas con otras.

«Esta exposición -señaló Mayte Pérez- es una muestra más del esfuerzo que hace el Gobierno de Aragón por divulgar y proyectar el arte y a los artistas aragoneses más allá de nuestra comunidad. Entendemos la cultura como un derecho de la ciudadanía y trabajamos para que llegue a todo el territorio estas maravillosas obras son capaces de ser las grandes embajadores de Aragón en el mundo de la mano de dos artistas tan universales como son estos», añadió la consejera Mayte Pérez.

CONVERGENCIAS

Goya y Buñuel. Los sueños de la razón concluye con las Convergencias. Una segunda sala en la que se puede contemplar el guion de Goya, la película encargada a Buñuel por el centenario de Goya «que no deja de ser una película muy normalita en la que incluso propone tres finales, desde uno feliz hasta uno en el que acaba todo mal», señaló Amparo Martínez. En esta sala, además, se puede contemplar el cuadro de Goya, La duquesa de Alba y su dueña o un retrato de Luis Buñuel (uno de los pocos que existen porque hasta hace poco estaba en los negativos de Massats únicamente) confrontado con uno de Goya ya de mayor.

Como colofón, la exposición, que ha recibido la visita ahora de 5.000 personas y que se espera recibir muchos más gracias al «imán que será autorretratro de Goya», se despide con una frase de su colaborador próximo, el francés Jean-Claude Carrière: «Sé que Buñuel estaba cansado, harto, de que se le comparara con Goya -aragonés como él, sordo como él y también como él corrompido por los franceses (un afrancesado)- pero ahora ya es imposible citar a uno sin pensar en el otro. Allí donde esté, tarde o temprano tendrá que resignarse».