El Festival de Cannes no suele caracterizarse por prestar particular atención a nuestro cine, pero este año no nos podemos quejar. Sendas producciones españolas se encargarán de abrir el certamen esta noche y de cerrarlo dentro de 12 días: la primera, Todos lo saben, es el drama psicológico que el iraní Asghar Farhadi ha rodado con Javier Bardem y Penélope Cruz; la segunda, El hombre que mató a Don Quijote, es la película que el británico Terry Gilliam ha pasado toda su carrera tratando de completar. También asistiremos al estreno de Carmen y Lola, una historia de amor lésbico entre gitanas firmada por Arantxa Echevarría, y Jaime Rosales visitará la Croisette por quinta vez para presentar Petra. Y, aparte de eso, ¿qué más cabe esperar del festival?

REGRESOS Y EXPECTACIONES

Spike Lee vuelve a competir en Cannes por primera vez de que presentó aquí Jungle Fever hace 27 años; en BlacKkKlansman recrea la historia real de un agente de policía negro que en 1979 se las arregló para infiltrarse en el Ku Klux Klan. Más esperado todavía es el regreso a la Croisette de Lars von Trier, siete años después de ser declarado persona non grata por el propio festival a causa de sus insensatos comentarios sobre el nazismo; su nueva película, The house that Jack built -retrato de un asesino en serie-, será presentada fuera de concurso. Pero las dos películas que más expectación han generado son otras dos, y no podrían ser más distintas entre sí: una es Han Solo: a star war story, dirigida por Ron Howard y de la que poco se sabe al margen de que relata las aventuras de juventud del contrabandista más célebre de la galaxia y que dura dos horas y cuarto; la otra es lo nuevo de Jean-Luc Godard, considerado una deidad entre la cinefilia: Le livre d’image, un ensayo sobre el mundo árabe. Que Godard asista al festival es tan improbable como que lo haga el papa Francisco, protagonista del documental de Wim Wenders Pope Francis: A man of his word.

ASIDUOS Y AUSENTES

Además de los ya mencionados, Cannes ha hecho sitio en su competición a otros rostros habituales en el certamen. En los próximos días veremos las nuevas películas de Mateo Garrone, Jia Zhangke, Hirokazu Koreeda. También de Nuri Bilge Ceylan, el único de los competidores que ya tiene una Palma de Oro. Pero la selección destaca menos por los que están que por los que faltan. La lista de directores asiduos al certamen que tienen nueva película lista y no lo visitarán es larga: Terrence Malick, Olivier Assayas, Brian De Palma, Dolan, Paolo Sorrentino, Jacques Audiard, Yorgos Lanthimos. Al parecer, algunos han preferido participar en festivales posteriores, más pegados a la temporada de premios. ¿Está Cannes perdiendo su poder de convocatoria? Sea como sea, los responsables de la Mostra se deben de estar frotando las manos.

PUESTAS DE LARGO

Llama la atención la cantidad de aspirantes primerizos a la Palma de Oro en esta edición -serán ocho, nada menos-. Desde el festival aseguran que se trata de una estrategia deliberada, una apuesta por la entrada de sangre joven en el concurso. Pero resulta tentador entenderla como un remedio adoptado a posteriori para compensar la falta de grandes nombres, una forma de hacer de la necesidad virtud; de descubrir nuevos talentos, después de todo, ya se encargan las secciones paralelas de la muestra. La incorporación de nombres nuevos es bienvenida. Entre ellos, además de Panahi -es inexplicable que el iraní nunca antes hubiera competido en Cannes-, sobresalen dos autores: el polaco Pawel Pawilowski, que en Cold war mezcla romance y guerra fría, y el estadounidense David Robert Mitchell, que presenta en Cannes la intriga neonoir Under the Silver Lake.

CUOTA FEMENINA

Tres mujeres directoras compiten por la Palma de Oro. Eva Husson presenta el drama Girls of the sun, sobre una guerrillera kurda que intenta liberar su pueblo natal de los yihadistas; Nadine Labaki estrena la fábula política Capernaum y, en Lazzaro Felice, Alice Rohrwacher cuenta la historia de un hombre que viaja en el tiempo. Tres mujeres en una competición de 21 cineastas o, en otras palabras, un 14%. Por un lado hay quienes consideran que, en los tiempos del Me Too y del Time Up, tan escueto porcentaje demuestra una grave falta de sensibilidad por parte del certamen; por otro, desde la organización han insistido en que sus criterios de selección se basan exclusivamente en los méritos artísticos, y que sería un error aplicar la discriminación positiva. Quien no se consuela, eso sí, es porque no quiere: el jurado está presidido por Cate Blanchett, y en él las mujeres son mayoría.

DIRECTORES SIN LEY

Dos de los autores presentes en la competición, el iraní Jafar Panahi y el ruso Kirill Serebrennikov, están en situación de arresto domiciliario en sus respectivos países y, por tanto, no se espera que viajen a Cannes con sus películas. Panahi tiene prohibido viajar al extranjero y hacer cine desde que en el 2010 fue declarado culpable de conspirar contra el régimen. Su nuevo trabajo, 3 faces, cuenta la historia de tres actrices a través del tiempo. Serebrennikov, por su parte, ha sido oficialmente acusado de corrupción, pero se sospecha que el motivo real de su reclusión es su actitud crítica frente al gobierno de Vladímir Putin. En Cannes se presentará Leto, su retrato de la escena de rock underground en la Leningrado de principios de los 80. El que sí estará en Cannes es Gilliam a pesar de que El hombre que mató a Don Quijote ha estado a punto de no hacerlo. El productor portugués Paulo Branco, que estuvo involucrado en la película y hoy se encuentra inmerso en una batalla legal por sus derechos de explotación, ha intentado impedir su presencia aquí.