Dijo Dorian Wood el sábado durante su concierto en Periferias que Xalá, su nuevo álbum, es un disco terapéutico. Lo decía en un sentido personal, claro, pero de alguna forma esa terapia conformó, junto con las que ofrecieron el resto de los artistas, un ritual sanador colectivo. A través de las palabras (articuladas o no) de las canciones que sonaron en la noche fuerte del festival oscense que concluyó ayer su decimoctava edición: terapias formuladas por Pablo Guerrero, Paco Ibáñez, Donovan, Soweto Kinch y La Dame Blanche, entre otros artistas.

La de Wood fue sin duda la actuación más poderosa de la velada. Nacido en Los Ángeles (Estados Unidos) de padres costarricenses, Dorian es un maestro en el arte de la bastardía sonora y en su propuesta colisionan el blues, el pop, el gospel, el folk y algunas fuentes rítmicas más en una epifanía gozosamente transgenérica. Es, además, un cantante excepcional y un desacomplejado traficante de sentimientos. Llegó acompañado por un batería y un contrabajista, dio un repaso al mencionado álbum Xalá (Círculos, Martillos, Corpulenxia. Misesere…), el primero que graba íntegramente en español, recuperó viejas canciones en inglés y recreó Vámonos, una pieza de José Alfredo Jiménez que nos dejó sin aliento. Lo de Wood, que maneja con idéntico acierto la sutileza que la literalidad, es hermosamente triste, oscuro, balsámico y catártico. Brutal. Vaya.

Pablo Guerrero, cantautor de largo recorrido y poeta resistente en tiempos de consumo urgente, desplegó su palabra precisa, vital y comprometida (en su acepción más amplia), acompañado por un solvente grupo de músicos ( Luis Mendo entre ellos). Lo hizo a través de canciones como Laberinto, Mano sobre mano, Dulce muchacha triste, Rosa de arena, Sueños, Noche adentro y, por supuesto, A cántaros, esa vieja composición de ecos dylanianos en la que Pablo anunciaba el fin del sopor de la siesta y pedía el agua purificadora. Hoy esa pieza tiene plena vigencia; solo que en vez de llover a cántaros necesitamos otro diluvio universal.

Se sabe: hay un antes y un después de Paco Ibáñez en la canción de autor en España; sobre todo porque Paco ha tenido y tiene como letristas a los poetas más grandes de todos los tiempos. Paco es epítome de la voz y la palabra, atributos que hoy, a sus casi 84 años, maneja con alma y lucidez. Paco, acompañado en gran parte de su actuación (algo breve) por el excelente guitarrista Mario Mas (de tal palo…), cantó, entre otras cosas, Es amarga la verdad, Canción del jinete, La mala reputación, Andaluces de Jaén, Palabras para Julia, Me queda la palabra, Soldadito de Bolivia y tres piezas en las que desplegó toda su geografía emocional: Un sueño soñaba anoche; Si tu vienes a la romería y Escucha, abandonada.

Donovan, sí, el legendario cantautor equívocamente llamado el Dylan británico, nos dejó un poco descolocados con una actuación a medio camino entre una reunión de trovadores medievales y un fuego de campamento. Repitió chistes («ahora, una canción de hace cientos de años del Reino de Aragón») y no terminó de conectar con el público. Se centró en su etapa más folk, haciendo especial hincapié en sus grabaciones de 1965 (Catch The Wind, Colours, To Try For The Sun, Universal Soldier, Josie, Remember Alamo, Little Tin Soldier), aunque se acercó a los años 70 con canciones como Hurdy Gurdy man, Jennifer Juniper, Lalena y Atlantis.

El saxofonista londinense de origen caribeño Soweto Kinch, de soberbio y renovado soplo be bop, peleó con una inhóspita sala Multiusos (su universo jazz merecía un escenario más adecuado) y con un par de músicos (bajo y batería) que parecía que estaban acompañando a otro artista. Ganó, no obstante, con las palabras de su instrumento. Y la cubana afincada en París La Dame Blanch, cantante y flautista, se dejó la piel (pese a que venía cansada de actuar en el Womex, en Polonia) para que llegase al público su mixtura de salsa, reggae, hip hop y reguetón. En septiembre la vi en el Mercat de Música de Vic y no me gustó mucho; en Periferias me convenció más. El programa del sábado también contó con las actuaciones de Maria Arnal y Marcel Bagés, Javier Crudo & Seward y Bad Gyal, pero uno, por el momento, no tiene el don de la ubicuidad. Aunque todo se andará.