No resulta fácil hablar de una novela negra, de policías y ladrones, sentados en el bar de una librería barcelonesa, al mismo tiempo que se está celebrando el pleno en el Parlamento de Cataluña en que se declara la independencia. Lo hacemos con Alicia Giménez Bartlett (Almansa, 1951), que acaba de publicar su último libro, Mi querido asesino en serie (Destino). «No es de ladrones y policías, así que como es de policías nacionales y mossos, a lo mejor está de actualidad sin querer. Sobre todo porque es un poco de ciencia ficción, porque es una colaboración entre los dos cuerpos de policía de una manera muy profesional, muy paralela y con buen rollo, y esta colaboración acaba con una amistad», dice Giménez Bartlett.

«No sé si esto es posible hoy en día», concluye. Este hoy en día es literalmente hoy. Un cambio de circunstancias fulgurante: Giménez Bartlett dio por acabada la novela el 19 de junio de 2017. Entonces le parecía verosímil. Cuatro meses que ahora parecen un siglo. «Igual me dicen que esta chica no se entera de nada. Sí que me entero, pero -se justifica- yo empecé hace un año y medio esta novela, nunca hubiese podido pensar que podríamos llegar a un deterioro tan fuerte».

La novela acaba con una cena entre la inspectora del Cuerpo Nacional de Policía Petra Delicado, el subinspector Garzón y el inspector de los Mossos d’Esquadra Roberto Fraile, quien les ha dirigido durante la persecución de un asesino en serie. Quedan justo donde hace un día varios policías nacionales pasados de copas agredieron a un camarero italiano en ese mismo barrio, pensando que hablaban en catalán, y se las vieron luego con los mossos que acudieron a atajar la bronca.

MÁS QUE CIENCIA FICCIÓN / «Bueno, es que más ciencia ficción que la realidad no hay nada. Esta novela, como es ficción, es seria. La policía nacional respeta lo que tiene que respetar, y los Mossos también, y colaboran entre ellos, y el factor humano al final es más importante que cualquier otra cosa. Porque siempre, y esto es un clásico del género negro, cuando en un pueblo aparece un muerto llega el FBI y el sheriff del condado se queda sin su muerto… aquí hay también una rivalidad teórica entre cuerpos pero el factor humano cuenta muchísimo y al final cada uno ve cómo es el otro y predomina la concordia».

La policía que siempre la ha asesorado en sus novelas de Petra Delicado, Margarita García, hasta ahora le había explicado que aunque al principio los dos cuerpos no compartían ficheros e información, esta situación se había reconducido. «Ella estaba contenta, decía que había más fluidez, más aceptación entre ellos, que delitos como el yihadismo obligaban a una colaboración entre policías».

En los últimos meses, no obstante, no ha vuelto a hablar del tema. «Es que estoy exiliada en Vinaroz, en medio del campo. Allí la gente es optimista, vive el día a día. Es más relajado que la gran ciudad, no solo por la situación actual… si puedes huir y te gusta la soledad, los libros y los animales, es la felicidad».

Así que además de ser ciencia ficción, sería ciencia ficción utópica. «No es una distopía, al contrario, la distopía es la realidad. Es un libro que no debería ser utopía sino que debería ser la realidad».

Pero vayamos a la novela. Si Delicado tiene reticencias por ser mandada por un mosso es porque este es más joven, más científico, más frío. «Y Petra y Garzón son más tradicionales, más temperamentales, más anárquicos». Por primera vez, Petra Delicado se las ve con un asesino en serie. «Pero no es como en América. Un asesino en serie aquí, que los ha habido, no es tan espectacular ni tampoco tan loco como puede ser allí».

REALIDAD SOCIAL / Con Mi querido asesino en serie, Alicia Giménez Bartlett suma ya 20 años con su personaje de Petra Delicado, y llega ya a la décima novela con la temperamental policía como protagonista. Todas en Barcelona excepto una novela en la que acaba en Moscú y otra en que medio libro pasa en Italia (un homenaje al éxito restallante que tiene en ese país). «Se ha adaptado a la realidad social, qué remedio, sigue siendo peleona pero se ha hecho menos teorizante, a veces más comprensiva con la gente; se ha amansado, aunque no sé si eso es bueno o malo», explica Giménez Bartlett. Y en eso ha tenido un papel clave Garzón, «que es una reivindicación del valor de la amistad, como lo son todos los libros de Petra, de la posibilidad de entenderse entre gente de diversas culturas, de diversas edades».