LA BALADA DE RUTGER HAUER

Á. Sobreviela

Amargord

El zaragozano Ángel Sobreviela conjuga dos de sus pasiones, la poesía y el cine, para brindar a los lectores un poemario que ha publicado Amargord Ediciones con el título de La balada de Rutger Hauer.

Precisamente una primera forma de leer el libro es sencillamente seguir la filmografía de Rutger Hauer que Ángel Sobreviela propone, ya que este es el hilo conductor más evidente. Desde esta perspectiva, los distintos capítulos del poemario son fundamentalmente paráfrasis de películas en las que el actor holandés ha participado: Delicias turcas, Blade runner, Los señores del acero, Lady Halcón y La leyenda del santo bebedor. Para seguir bien este recorrido cinéfilo no viene mal el apéndice final en la que se incluyen las fichas técnicas y sinopsis de las películas recreadas por el autor.

OTROS NIVELES DE LECTURA / Sin embargo, y aunque es un planteamiento legítimo y suficientemente sólido por sí mismo, quedarse en ese nivel de lectura sería muy empobrecedor, ya que el poemario es mucho más que un homenaje al cine a través de un carismático actor. En sus versos, Ángel Sobreviela se pone en la piel de los personajes interpretados por Hauer y a través de sus voces forja un universo poético consistente. No son casuales los ecos que resuenan en esta balada: Robert Browning, William Blake o Juan Eduardo Cirlot -cuyo Ciclo de Bronwyn nació de la fascinación de su autor por la actriz de una película, precisamente-, poetas que con su palabra supieron modelar todo un mundo. Lo mismo hace Ángel Sobreviela en este libro, que merece la pena recorrer sin prisa parándose a contemplar cada detalle, cada imagen, cada modulación en la voz que sirve de hilo conductor. Sentencia el autor casi al final del poemario que la poesía «con lengua de belleza les dictará a los hombres / la sentencia final y el último diluvio». Con esa lengua se ha escrito La balada de Rutger Hauer.