Entre el 6 de marzo de 1984 y el día 3 del mismo mes de 1985, en el Reino Unido tuvo lugar una huelga minera que produjo una enorme ruptura en la sociedad británica. Tras el anuncio a principios de mes del cierre próximo de la mina de Cortortwood, con su consiguiente reubicación en tan solo cinco semanas de los trabajadores de dicha mina, se organizó el parón. Rápidamente se pidió el apoyo de los compañeros de la localidad de Yorkshire para ejercer mayor presión, y la inactividad se prolongó durante casi 365 días. David Peace tenía 17 años en el momento que esto ocurrió. No padeció el conflicto en primera persona, pero cuando un acontecimiento de este calibre golpea a la comunidad en la que vives, todo te inunda. Veinte años separan este suceso de la publicación original de 'GB84' en el 2004, y más de un año fue lo que dedicó el autor a su documentación.

En el prólogo de Daniel Bernabé se nos recomienda empezar a leer el libro de corrido y sin pararse demasiado a pensar. Es una gran sugerencia porque la avalancha de nombres y situaciones pueden abrumar en las primeras páginas. Tendremos seis narraciones, con sus correspondientes personajes, que se alternarán a lo largo de toda la novela. Cada capítulo corresponde a una semana de la huelga, y en cada uno de ellos encontraremos párrafos en cursiva, en redonda, textos a dos columnas y palabras remarcadas en negrita. Nada es fortuito, ni estas herramientas ni el empleo de un determinado tiempo verbal o de la alternancia entre primera y tercera persona. Si bien el lector se puede sentir tentado a leer esas crónicas de una en una y de forma aislada, no resulta recomendable. La intencionalidad del creador se irá mostrando poco a poco, y veremos cómo unos juegan con el destino de los otros, cómo una decisión tomada a la ligera afecta, y hasta qué punto, a miles de ciudadanos.

EL RITMO

El uso de repeticiones continuas, las frases cortas, la aparición de párrafos descriptivos, planos y tediosos, la utilización de onomatopeyas para indicar el comienzo de una escucha telefónica (Clic, clic) o de la aparición de la policía en escena (Crr, crr), son elementos ya conocidos por los seguidores del escritor. A pesar de esta aparente linealidad la narración poco a poco irá ascendiendo. No solo la acción incrementa su intensidad, sino también los acontecimientos contados. Esa capacidad de aportar ritmo de un modo muy pausado hará que el lector sienta cada vez más la necesidad de llegar al final sin apenas darse cuenta. Y resulta difícil de lograr precisamente por conocer de antemano el desolador desenlace.

La elección de realidades para ficcionarlas (como ya hizo con su tetralogía 'Cuarteto del Yorkshire' en la que escribe sobre el destripador que actuó en los 70 y 80) hacen que el lector obvie los límites entre el texto y la historia. Al final todo se funde en una misma verdad que requiere de un esfuerzo por nuestra parte; un esfuerzo que se verá recompensado. Entrar en un libro de Peace es una experiencia en sí misma. No son lecturas sencillas, su interpretación requiere de cierta concentración y de una reflexión constante sobre lo leído. Cada palabra debe ser observada y disfrutada. Solo de este modo, cuando llegas a la última página y miras atrás, eres consciente de todo lo que acabas de deglutir. Ahora sí: ya puedes volver al principio y leer de forma independiente cada una de las piezas que componen este puzle. Y creedme: más de uno lo hará.