Apenas hace media hora que han empezado los ensayos en la sala Mariano Gracia del Auditorio de Zaragoza y el vals Voces de primavera, de Johann Strauss, ya suena suspendido en el aire. Es el primer acercamiento a la pieza con la que se cerrará, antes de los tradicionales valses, el Concierto de Año Nuevo en la sala Mozart (sábado, 30, 20 horas) y el director de la Sinfónica Ciudad de Zaragoza, lo tiene claro: «No está mal para ser una primera aproximación», dice desde lo alto mientras corrige con su batuta los sonidos discordantes: «Cada vez estáis sonando más fuerte cuando hay que ir al contrario», les explica a los 58 músicos Martínez, que también tiene un hueco para la reprimenda: «Cuando se para se para, no toquéis. Si os ha salido mal la última nota, contened la frustración que eso también es bueno», alecciona.

«El concierto -explica el director- tiene un tremendo peligro que es caer en el estereotipo y en hacer lo que se hace siempre, el modelo que se hace en Viena, y el peligro es adocenarse y volver a la rutina. Pero nosotros creo que lo afrontamos de una manera estimulante porque siempre incluimos sorpresas, piezas de danza, piezas españolas, de otros estilos y eso da una variedad que lo hace atractivo para el público pero también para nosotros, no nos engañemos. Si a nosotros nos hace ilusión, pues para el que lo escuche, también», señala en un pequeño descanso del ensayo.

QUINTO AÑO CONSECUTIVO / El repertorio de este año (será el quinto Concierto de Año Nuevo que realice la sinfónica aunque el primero como compañía residente del Auditorio) incluye las conocidos polkas y valses vieneses pero también habrá un hueco para los valses franceses, rusos, arias y dúos de ópera así como para el estreno de la romanza Canto a la libertad sobre texto de Valentín Ruiz. «Tiene un componente vienés que hay que tener pero también habrá alguna sorpresa en forma de zarzuela española, cosas del repertorio clásico con Isaac Galán y Eugenia Enguita, un mozart… La clave es ofrecer la variedad dentro de la tónica de un concierto que es para pasar un buen rato y premiar a los sentidos». De hecho, la única pieza «seria» del repertorio es precisamente el estreno de Canto a la libertad «que tiene como tema Servet, es un enfrentamiento con Calvino. Es una pieza trascendente, metafísica que te puede dar un punto de inflexión porque lo divertido también puede llegar a cansar», señala el director de la sinfónica.

Además de Isaac Galán y Eugenia Enguita, en el Concierto de Año Nuevo también participarán La Mov y el coro infantil de Amici Musicae dirigido por Isabel Solano.

En la sala Mariano Gracia, los 58 músicos siguen las instrucciones de Juan Luis Martínez en el día más complicado de los ensayos, el primero. «Como en todas las orquestas del mundo, ellos ya han preparado las partituras por su cuenta y la dificultad empieza ahora. Hay que unificar criterios, sonidos y darle el vuelo y la inspiración que debe tener. Si se ensaya poco es difícil porque se va justo pero si se ensaya mucho también porque se pierde la espontaneidad, ensayar solo lo necesario y saber hacerlo, como pasa con todo el arte, es lo complicado. Para el público esto no es muy patente, pero donde nos jugamos el concierto es en estos días que ensayamos. Nuestro premio es salir a tocarlo al público pero eso ha tenido que tener antes un trabajo y una destilación importante», revela Juan Luis Martínez, quien cree que este concierto más festivo puede ayudar a atraer más gente a la música clásica: «Creo que viene gente que luego puede plantearse ‘¿por qué no vengo a los ciclos?’ Y de hecho, la gente debería venir a ilusionarse por algo que se hace en su ciudad, un proyecto cultural de primera magnitud. Y pensar que vive en una ciudad que tiene una orquesta excelente y por mucho que en casa tenga un equipo de música excelente, la música en vivo es otra cosa. Este tipo de conciertos puede motivar que la gente tenga ilusión porque si no no lo haríamos, claro», concluye Juan Luis Martínez.

El ensayo se reanuda y, tras unos pequeños ajustes «con los violines y las maderas», Martínez dice solemnemente: «Pasamos a Chaikovski (con el Vals de los copos de nieve, de El cascanueces)». Y la sala se inunda del sonido de los músicos pasando las páginas de sus partituras. Por delante, tres días intensos de ensayos antes de que la sala Mozart (las entradas cuestan 9 euros y todavía hay disponibles) los reciba.