La aterradora Verónica, el musical La llamada, la comedia Selfie, la aventurera Oro y el corto Madre tienen al menos dos cosas en común: los Goya -juntas suman 20 nominaciones- y un nombre: Enrique López Lavigne, un productor que en 25 años de carrera ha abierto nuevos caminos al cine español.

López Lavigne (Madrid, 1967) ha acompañado en sus primeros pasos a directores hoy consagrados como J.A. Bayona, Alejandro Amenábar, Nacho Vigalondo, Daniel Calparsoro, Juan Carlos Fresnadillo o Julio Medem. Y sigue apostando por el nuevo talento, como demuestran La llamada, el musical de Javier Ambrossi y Javier Calvo convertido en fenómeno millenial y que aspira a cinco goyas, o Selfie, de Víctor García León, la comedia con mejor acogida de la crítica del año, con una nominación.

«Hay un interés por mi parte en abrir caminos y encontrar nuevas visiones y eso es connatural a descubrir gente», señala López Lavigne en una entrevista con Efe. Con algunos ha vuelto a trabajar, con otros no, pero en cualquier caso, lo que le importa son las historias y la pasión de quien las defiende. «La gente que no tiene pasión me da pena. Si la tienes, ya es algo y si la puedes desarrollar eres un afortunado total, como es mi caso. De pequeño era un niño solitario, me gustaba que me contaran historias y leer, y el cine lo encierra todo», recuerda.

Licenciado en Derecho, sus primeros pasos en el cine los dio en Sogecable. Su primera película fue Vacas (1992) de Julio Medem y en El asombroso mundo de Borjamari y Pocholo (2004) llegó a codirigir, junto a Juan Cavestany. Hasta que se lanzó por su cuenta y se fue a Inglaterra «para aprender cómo se hacían las películas fuera e importar otros modelos», explica. La película fue 28 semanas después de Fresnadillo, y le llevó a fundar su propio sello, que llamó Apache, como buen fan del wéstern. Con algunos proyectos ha ido en solitario y con otros, como Lo imposible, Un monstruo viene a verme u Open Windows, junto a su socia Belén Atienza, ahora en Estados Unidos con la secuela de Jurassic World de Bayona. Si el 2016 fue el año del»monstruo», en el 2017 ha apostado por películas más pequeñas o experimentales. «Todas han funcionado a su manera en los mercados a los que iba dirigido», asegura.

Verónica (7 nominaciones), de Paco Plaza, llamada a satisfacer sólo el mercado local, ha dado la sorpresa y ha roto fronteras, «un accidente maravilloso», dice, y La llamada, en pleno periplo festivalero, lleva el mismo camino.

De Selfie se lleva el descubrimiento de «un director soberbio», con quien ya trabaja en su siguiente proyecto: la adaptación de la novela de Rafael Azcona Los europeos. Madre, el sobrecogedor corto de Rodrigo Sorogoyen, lo van a convertir en largometraje; y de Oro (6 nominaciones), destaca «la personalidad y el lirismo» de Agustín Díaz Yanes.