Solo los pájaros no respetan el silencio junto a las torres de El Bayo. Más de cien personas casi contienen la respiración cuando de dentro del camión se oye un grito: "¡No! Esta toma no vale, fíjate ahí, en la esquina". "Volvemos a primera, por favor", indica una chica en medio de la escena. Carlos Álvarez-Novoa vuelve al inicio. Instantes después, apoyándose en un bastón, pedirá a todos los comensales de la boda que se acaba de celebrar que suban a los coches, entre ellos, un Seat 124 y un Mercedes de la época. La novia Inma Cuesta pasea entre los invitados mientras Álex García (Leonardo) le sigue por detrás para preguntarle "¿Qué he sido yo para ti?...". Inma Cuesta se acaba de casar... pero con Asier Etxeandia. El Bayo acogió ayer una nueva jornada de rodaje de La novia, la segunda película de la directora aragonesa Paula Ortiz, "una versión libre" del clásico Bodas de sangre, de Federico García Lorca.

Último rayo del atardecer

Casi dos horas después de ensayar la escena, y repetirla hasta la saciedad, por fin sale la toma perfecta. Ha durado más de lo previsto y el equipo se afana en recoger para preparar la siguiente toma. La luz se echa encima y la jornada tiene que acabar, sí o sí, a las diez de la noche, porque la última escena es con el último rayo del atardecer. El de ayer era el vigesimocuarto día de rodaje de la producción, que ha sido de todo menos sencillo por culpa del clima: "Está siendo un rodaje duro --asegura Paula Ortiz--. Los rodajes en exteriores y en el paisaje natural tienen una belleza muy especial pero también una dureza muy fuerte, aunque el equipo es una maravilla y los actores son muy generosos y, gracias a todos ellos, lo estamos sacando adelante". Algo de lo que da fe Álex García, que le quita un poco de importancia al clima: "En realidad, a la película le está viniendo muy bien porque estamos consiguiendo imágenes preciosas", explica el actor en uno de los pocos descansos que le permitió el rodaje: "Esta mañana estábamos a más de 40 grados, así que vosotros habéis tenido suerte que han llegado las nubes", bromea mientras se pone algo más seriA para alabar a Paula Ortiz y su película: "Aunque desde fuera parezca un atrevimiento que haya escogido a Lorca para su segunda película, desde dentro te digo que es un acierto total porque se compenetran muy bien Paula y Lorca".

Al fondo, se sigue repitiendo la misma escena de la posboda mientras la directora baja del camión para corregir algo que no le gusta de cómo se está desarrollando. "Va Paula para allá", avisan desde dentro del camión al cámara por línea interna. Apenas quedan cuatro días de rodaje en España por lo que el cansancio ya hace mella en un equipo para cuya mayoría se acabará el lunes.

Sin embargo, todavía quedará por rodarse una pequeña parte de la película en Turquía. Serán doce días, lo más probable, en septiembre: "Rodar en otro país es un reto porque es otra cultura y otra lengua, pero también es cierto que le da mucha riqueza a la película esa interculturalidad y esa universalidad que estamos buscando", concluye la directora mientras se imbuye de nuevo en el rodaje. La novia descansa en un backstage improvisado para la ocasión detrás de las torres. Todavía quedan dos horas de rodaje. La luz empieza a encontrar ese punto especial que busca la directora. "Hemos tratado de darle a Bodas de sangre la dimensión y la atmósfera que permite el lenguaje cinematográfico digital contemporáneo y un aire tirando más hacia el mundo simbólico de Lorca".