El 15% de los españoles consumen libros descargados de forma ilegal, pero por cada libro digital adquirido legalmente, siete se descargan de forma gratuita, vulnerando las normas. ¿Pero qué esconde este gratis? ¿Se trata de un mero ejemplo de economía de intercambio, un altruista modo de compartir el acceso libre a la cultura, o lo único que cambia es quién gana dinero -nadie relacionado con la creación- y cuánto -poco-? La reciente operación del Cuerpo Nacional de Policía en Valencia, en la que por primera vez se ha detenido en España a una persona con una «constante dedicación» al pirateo de libros electrónicos (un caso anterior afectó a una página de enlaces a series), ilustra cómo funciona el sistema.

El detenido en Valencia fue señalado por el Centro Español de Derechos Reprográficos (Cedro) como uno de los más activos uploaders. Adquiría legalmente libros electrónicos y reventaba las protecciones anticopia, o copiaba libros ya crackeados por otros usuarios. «En un solo foro de internet, subió de forma ilícita más de 11.000 aportes, provocando que más de 400 páginas dedicadas a compartir e-books gratis estuvieran ocupadas por todas las obras que subía», destaca el Grupo Antipiratería de la Policía Nacional.

El arrestado, explican los responsables de la operación, subía los libros pirateados a servidores de descargas (tras el cierre del más conocido Megaupload, no han dejado de crecer alternativas). El perjuicio económico causado por su actividad, sostienen, alcanza los 400.000 euros. ¿Y el beneficio? Según la Policía, que ha intervenido documentación bancaria, el pirata recibía transferencias de los gestores de los servidores en función del número de entradas (estos, a su vez, obtienen beneficio de la multitud de anuncios que aparecen durante el proceso de descarga en los dispositivos de lo usuarios). En esta transacción no aparecen las páginas de descargas que, como alegan sus responsables, ni pagan a quien deposita el contenido de los servidores ni almacenan los contenidos ilegales. Aunque también hagan negocio como puente entre unos y otros (de nuevo, con publicidad de por medio) y según la ley de propiedad intelectual vigente puedan ser clausuradas si el titular de un contenido las denuncia. Así que repasemos quiénes son los beneficiarios de la operación: un particular que piratea libros desde su casa en Valencia, los propietarios de webs de enlaces, los de servidores en terceros países e, indirectamente, las compañías de telecomunicaciones y los fabricantes de dispositivos lectores.

Y recordemos quién pasa a dejar de ver un solo euro por cada lectura gratuita: el autor que ha escrito el libro (cerca del 10% del PVP; algo más en digital, con el precio del libro un 50% más barato que en papel), el distribuidor y el librero digital o físico (el 60% en el libro físico y algo menos en el digital), y el editor (el 30%, de donde sale su beneficio y la retribución de traductores, correctores, diseñadores, empresas de artes gráficas o servicios digitales...). Un ecosistema económico que da trabajo a 80.000 personas en España, y unos ingresos a Hacienda que solo en IVA ascienden a 100 millones de euros. Y que incluso sin piratería tiene algunos de sus eslabones amenazados, sean los libreros por el mercado digital, sean los editores por la autoedición. H