El Museo de Teruel ha comenzado la restauración del mosaico de Calanda, una de las obras más emblemáticas de este espacio, con 35.000 euros de inversión y dos meses de duración, que servirán para frenar el «envejecimiento» de esta obra y mejorar su conservación y la observación del público.

El mosaico data del siglo IV después de Cristo, la época tardía del Imperio romano, y fue hallado en una huerta de Calanda (Teruel) en 1964 por Antonio Bielsa.

Desde los inicios del centro, se muestra en el último piso de este espacio «de la manera más cercana posible a su contexto original», como suelo, tal y como explicó ayer el director del Museo de Teruel, Jaime Vicente Redón, en la presentación a los medios de estos trabajos.

Así, la instalación recrea las tres estancias de una villa mucho más extensa que no se conoce, de un terrateniente del mundo rural. Los mosaicos del suelo están profusamente decorados con variados motivos geométricos y figurativos, tanto vegetales como animales.

La intervención en el mosaico se decidió después de que los conservadores del museo, dirigidos por Pilar Punter, detectaran que «estaba sufriendo un proceso de envejecimiento en las capas de protección», añadió Jaime Vicente, lo que hace que se aprecie menos la policromía de las rocas.

La restauración también contemplará una mejor presentación, de tal manera que la gente pueda distinguir de manera más nítida qué es original y qué es reintegrado.

La directora del equipo de restauradores, Pilar Punter, destacó también que la restauración incluye mejorar la estructura que lo sustenta. Además, se corregirán «detalles de la antigua intervención» en aquellos casos que no cumplen su función, porque afecte a la conservación o porque invade partes originales.

Los restauradores también se replantearán cómo se presentan las lagunas, las partes que faltan, con materiales más estables.