Si despojamos al vocablo romería de sus connotaciones religiosas y lo dejamos solo en fiesta popular, y tomamos la palabra desengaño en su primera acepción (salir del error), ya tenemos el concepto del ¿festival? Romería y desengaño, que el sábado pasado celebró en Huesca su quinta edición. Si además tenemos en cuenta que parte de los festejos tienen lugar en la calle Desengaño de la capital, el círculo se cierra.

El programa, que busca revisar la conexión entre la tradición y lo lúdico, ofrece juegos, muestra de semillas y productos agroecológicos, y, por supuesto, música. En este apartado, Romería y desengaño apuesta por «una actualización desprejuiciada de la música de raíz». Una raíz que el sábado transcurrió entre la recreación folclórica bizarra de The Doos, dúo de Belver de Cinca, y el blues-rock del desierto del grupo tuareg de Malí Tamikrets.

Tamikrets actuó al final de la jornada en el Centro Cultural Manuel Benito Moliner (antiguo y más popular Centro Cultural del Matadero). Con un nuevo y reciente disco en su haber (Kidal, un trabajo que habla de la dignidad y profundiza con espíritu contemporáneo en las raíces sonoras del pueblo tuareg), el cantante y guitarrista Ousmane Ag Mossa, líder de la banda, y sus colegas actuaron un concierto hermoso en el que el blues hipnótico y circular se enreda con el rock de facturas diferentes. En Tamikrest, cuyo directo aumenta con creces las notables pulsaciones de sus álbumes, entran en juego los arrebatos psicodélicos, desarrollos progresivos, ecos del sonido del Magreb e incluso pespuntes flamencos.

Hoy el plantel de formaciones ancladas en esa taxonomía que se ha convenido en llamar blues del desierto es notable, pero cada una de ellas intenta cultivar su propia personalidad; en ese sentido, Tamikrets es un gozoso paradigma.

Antes de la actuación del los tuaregs pasaron por el escenario del Centro Cultural la mallorquina Joana Gomilla con su reformulación de la música balear, y el grupo catalán Flamaradas con su paseo sonoro multiestilístico. Y por la mañana lo comentado: la guitarra, la voz y la bandurria de Los Doos (en esta ocasión el dúo contó con otros músicos de apoyo) ofreciendo un repertorio de piezas propias y recreaciones de artistas tan dispares como Chicho Sánchez Ferlosio y Nick Cave, y el cabaret folk-glam del asturiano Rodrigo Cuevas con su espectáculo El mundo por montera, un compendio de monólogos con mucha retranca, canciones asturianas e incursiones en cancioneros ajenos: desde Noche de ronda a María la portuguesa. Todo, claro, con un espíritu deliciosamente provocador, pues no en vano Rodrigo Cuevas es conocido como el Freddy Mercury asturiano. The Ovetense Rhapsody Of Queen, o algo así.