Rubén Blades, una de las voces más carismáticas de la música latina de las últimas cinco décadas, capital en el desarrollo de la salsa, se halla de gira por España. Tras actuar el sábado en Vitoria, hoy lo hará en Madrid, el miércoles en Barcelona, el 21 en Santa Cruz de Tenerife y el 22 en Las Palmas. El autor de Pedro Navaja, que ayer cumplió 69 años, viene con la gira Caminando, adiós y gracias, que se anuncia como su «adiós a los conciertos de salsa».

-¿Qué significa ese adiós, que seguirá haciendo música y giras pero acercándose a otros géneros?

-Es el fin de las giras de salsa, el inicio de probables giras fundamentadas en otros géneros, con otro tipo de instrumentación, con otras letras e idiomas. Nadie se retira de la vida. Solo hasta que se muere. Y a mí me falta.

-¿Se ha cansado de la salsa?

-En absoluto. Pero hoy tengo más pasado que futuro y necesito adecuar el tiempo a lo que considere más importante en esta fase de mi vida. He estado en la salsa más de 40 años. Quiero intentar otras cosas mientras mantenga la energía para hacerlo, y hacerlo bien.

-Tiene diversos proyectos. ¿Podría comentárnoslos?

-Así es, acaba de salir nuestro nuevo álbum con Roberto Delgado y su Orquesta, Rubén Blades Salsa Big Band, y el próximo álbum, ya grabado, solo falta poner la voz, se llama Las cintas perdidas de Medoro Madera, mi álter ego cubano. Tenemos con el grupo vocal brasilero Boca Livre otro álbum ya listo, y otro, Mixtura, con el nuevo grupo P. R. G., y otro más con el grupo Editus, de Costa Rica. Hay un disco de jazz en proceso, con Gazú como coproductor, y estamos discutiendo el lanzamiento del directo en Nueva York con Wynton Marsalis y The Lincoln Center Jazz Orchestra.

-¿Se ve más como creador de estudio que como artista de escenario de cara al futuro?

-Hacia el futuro me veo más como escritor y productor de música y de cine. El escenario implica giras, viajes, y eso toma mucho tiempo.

-Estudió Derecho en Panamá. ¿Qué le movió a dejarlo para dedicarse a la música?

-Manuel Antonio Noriega, que era coronel a cargo del G2 bajo la dictadura de Torrijos, acusó a mi padre de estar envuelto en un complot contra el gobierno. Como resultado de sus presiones, mi familia se fue de Panamá en 1973. Yo salí en el año 1974, tan pronto terminé mi tesis. Me fui para estar junto a mi familia y porque no veía futuro en ser abogado bajo una dictadura militar.

-Vivió la primera eclosión de la salsa, con Ray Barretto y con Fania All Stars. ¿Qué diría que aportó aquel movimiento?

-La salsa servía como medio de unión entre las distintas manifestaciones que componen la cultura latinoamericana en Nueva York. Una sala de baile reunía a todas las nacionalidades y allí se manifestaba esa solidaridad cultural que tanta falta nos hace. Barretto y todos los demás participaron, aunque no lo identificaron así. No se dieron cuenta del efecto de lo que hacían.

-¿Ve la salsa como un fenómeno cultural revolucionario?

-Lo fue, pero, con pocas excepciones, los revolucionarios no se dieron cuenta de su valor y de que estaban creando una revolución. En 1967, ¿cuántas dictaduras militares existían en Latinoamérica? Y en el año 2010, ¿cuántos gobiernos de izquierdas había? ¿Cómo se dio ese cambio? Creo que la música ayudó mucho.

-Uno de sus álbumes clásicos,‘Siembra’ (1978), que grabó con Willie Colón, fue poco comprendido en un principio. ¿Cómo lo valora pasado el tiempo?

-Inicialmente fue rechazado porque según sus críticos las canciones eran muy largas, politizadas, oscuras, izquierdistas, pretenciosas... Pero es el tiempo el que se encarga de mostrar la verdad. Aunque hubo quien la apreció en su tiempo, escritores como Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes y Carlos Monsiváis.

-Su relación con Willie Colón se enrareció a causa de conflictos extramusicales. ¿Se han reencontrado pasados los años?

-Todos tenemos nuestros problemas con el éxito, más a veces con el ajeno, el del competidor. Pero siempre supe dónde estoy ubicado y por eso el triunfo del otro no me irrita, ni me empequeñece. No ocurre así con gente insegura, de baja autoestima y con complejos. Me reencontré con el señor Colón hace años, en un tribunal, donde me responsabilizó por un dinero que nos habían sustraído a los dos. Luego retiró el caso una semana antes de empezar el juicio y llegó a un arreglo con la persona responsable del problema. Eso representó el final para mí. Un total absurdo.

-‘Pedro Navaja’, se inspiró en ‘Mack the Knife’, de Kurt Weill y Bertolt Brecht. ¿Cómo decidió crear a partir de ahí una nueva composición?

-Mack the Knife se la escuché a Bobby Darin en 1959. Tomé los acordes y creé una nueva melodía con una letra original. Me fundamenté en realidades: en Panamá había dos pandillas, una llamada Zapatillas Negras y la otra, Dientes de Oro. A eso sumé mis observaciones de los chulos, los proxenetas, los pimps de la West 42, de Broadway, con sus sombreros de ala ancha y sus gabanes. Para mí es una descripción de la cruda realidad de la calle. Profesionalmente, mi mayor éxito al ser la canción de salsa mas vendida en la historia.

-En los 90 lanzó opiniones duras sobre la salsa. Ahora su lugar lo han ocupado géneros urbanos como el reggaeton. ¿Les ve un interés artístico?

-Depende. Tego Calderón tiene un nivel que no se ve reflejado en otros. No estoy en contra de lo comercial; lo que no me interesa es la manipulación de la posibilidad del arte para presentarla como algo de valor. Te venden una canción como si fuese un electrodoméstico. Fabrican un supuesto talento, payolean, falsifican y lo artificial lo presentan como importante. Hay valores como René Pérez, Residente, haciendo un trabajo de calidad, real, interesante, polémico, que es de cierta manera heredero del dadá por lo provocador.

-Hace un par de años anunció que se presentaría a las elecciones de Panamá en el 2019. ¿Sigue en pie?

-Anuncié que consideraría participar como candidato independiente si se cumplían ciertas condiciones. La posibilidad continúa existiendo, pero no hay seguridad de que eso ocurra hasta que no se den las circunstancias requeridas. Entre tanto, sigo trabajando con amigos y asesores para crear un nuevo paradigma de administración pública amparado bajo una nueva constitución.