En busca de un poco de consuelo contra la corrupta realidad me refugio en el Auditorio de Zaragoza. Ha comenzado ya la nueva Temporada de Conciertos de Otoño, coordinada por Miguel Ángel Tapia, uno de los mejores programadores del país y quien ha hecho de la sala Mozart una constante referencia de calidad y universalidad. El ciclo ofrece interpretaciones tan destacadas como la que la Orquesta Revolucionaria y Romántica, dirigida por John Eliot Gardiner, puso en escena el pasado martes con piezas de Berlioz y Beethoven. La Quinta Sinfonía de este último, con los músicos tocando de pie, supuso un vívido recordatorio de los valores europeos, un eco, casi perdido, de su majestuosidad artística y viveza intelectual. Lo que no impidió que en los corrillos del Auditorio se siguiera hablando de la corrupción.

La Quinta me dejó insomne y a la espera del sueño abrí una novedad que me había llamado la atención. Las cuatro torres, de Leandro Pérez (Planeta), una novela ambientada en el fútbol y su entorno económico. Hasta ahora, si había un deporte relacionado con los bajos fondos, amaños, tongos y apuestas clandestinas era el boxeo, pero poco a poco el fútbol se va enseñoreando --también-- de ese terreno. Abonado, ciertamente, a casos de corrupción, como se está viendo por las últimas actuaciones judiciales, alguna de las cuales afecta por cierto al Real Zaragoza.

El periodista y promotor de proyectos culturales Leandro Pérez se ha inspirado en esos bajos fondos para urdir una trama de intriga en torno al actual fútbol español. El título, Las Cuatro Torres, alude a los rascacielos madrileños que en la capital de España relacionan a su promotor, Florentino Pérez, con la dirección del Real Madrid.

La trama, arbolada sobre una supuesta filtración en los servicios informativos del club, discurrirá en un plano pegado a la realidad. Con nombres reales --Mourinho, Casillas...-- y con las actividades paradeportivas ocupando un mayor primer plano que los campos de fútbol. Las grandes ligas o victorias no se deciden tanto en el terreno de juego como en otro territorio más oscuro --de novela negra, realmente-- donde los jugadores no visten elástica y calzón corto, sino trajes de tres mil euros y zapatos más caros que las botas de Cristiano Ronaldo.

Una buena novela y una buena pregunta: ¿queda algo incorrupto?