Cuando la cineasta Icíar Bollaín inició el proyecto de la película Katmandú, un espejo en el cielo no fueron las ganas de mostrar a un personaje que se dedica a ayudar a los demás lo que le convenció, sino el porqué una persona llega a esta situación. Así lo aseguró ayer en una nueva sesión del ciclo la Buena Estrella que se celebró en el Paraninfo.

La película, que se estrenó el pasado viernes, narra las aventuras de Vicki Subirana, una joven que decidió "rebelarse contra su destino y reinventarse" dejándolo todo para ejercer de profesora en Katmandú. "Lo que más me llamó la atención del personaje es que parte de una manera individual, no se inserta en ninguna ideología, es una elección muy personal", explicó la directora y guionista reconocida ya por sus películas basadas en el retrato de las realidades sociales del mundo como en También la lluvia o Te doy mis ojos. De esta forma, a través de flashbacks, la película va mostrando la intrahistoria de la protagonista para conocer el motivo que le ha llevado a luchar por esa causa. "Ella ha sido una niña paria y tenía un destino ya escrito". Con esta idea Bollaín quiere mostrar "la figura de alguien luchador que le pone toda su pasión en cumplir un sueño", algo considera muy "inspirado para la situación en la que nos encontramos".

El rodaje de la película se realizó durante cuatro meses en Nepal en los que se encontraron con "más de mil problemas, causados por las infraestructuras, las huelgas, las lluvias o los cortes de agua", reveló. Sin embargo, a mayor dificultad fue el choque entre culturas: "Teníamos que recrear escenas de cremaciones, pero para ellos simular este rito con muñecos les parece una tomadura de pelo", explicó.

Así todo, este sacrificio también lo considera gratificante porque "te sientes vivo, todo es una pequeña aventura", contó al recordar el trabajo realizado con los extras y figurantes que no eran profesionales, pero que "aportan mucha veracidad y riqueza a la historia". Respecto a la protagonísta --Veronica Echegui--, nominada a los Goya como mejor actriz, Bollaín recalcó que "tiene mucha luz y carisma a la hora de transmitir los sentimientos, justo lo que necesitábamos para un personaje que soporta todo el peso de la película".

Tras este tiempo en Nepal la cineasta aseguró haber vuelto con la idea de que "se debe valorar y defender con más fuerza lo que tenemos aquí", refiriéndose principalmente al sistema de salud y educación pública, porque sin ellos considera que "no hay progreso, no hay desarrollo y no hay capacidad de cambio" y la "brecha" que se abriría en la sociedad sería "enorme", finalizó.