Un Mikel Erentxun un poco menos pop y más cantautor asoma en su nuevo disco, El hombre sin sombra, que ante de su presentación oficial le sirve para sumergirse en una pequeña gira acústica que ha llegado, entre otros lugares, a la Bodega El Grillo y la Luna, en el Polifonik Sound de Barbastro la pasada semana.

-Desde ‘Corazones’, disco que reflejó su crisis cardíaca, sus circunstancias han cambiado.

-Sí, sigo hablando del corazón pero desde un punto de vista más bonito. Es otro disco que mira más hacia adentro que hacia fuera. He tratado de hacer un pequeño tratado del amor y el desamor en las relaciones de larga duración, como la mía. Cosas que me han pasado en estos 17 años.

-Comienza con un mensaje decaído: El principio del final.

-Sí, pero es un disco conceptual y las canciones están colocadas estratégicamente. Se abre con la más dura, aunque su melodía es amable: estos contrastes me gustan. Pero el disco pasa por claroscuros y tiene un final feliz. Aunque el desamor sea duro, es mejor sentir eso que no sentir nada. Lo peor es el no amor.

-¿De dónde sale esa idea del hombre sin sombra?

-Es el hombre transparente, sin nada que ocultar. Y me gusta el concepto del hombre incompleto, al que le falta algo. Desolado, desnortado.

-¿Un reflejo de cómo se siente?

-No, de lo que he sido. Pasé un 2016 difícil sentimentalmente, pero ahora me encuentro bien, de salud y de amor.

-El disco anterior cubría diversos registros pop y este es más unidireccional, más de singer-songwriter.

-Sí, es igualmente con Paco Loco y el mismo equipo, pero aquel era más barroco y este es más de cantautor, con un sonido más sencillo, más acústico, en el que menos es más.

-Hay un poso de folk americano. ¿Ha escuchado mucho a Johnny Cash?

-Pues sí, mucho. Esa música americana cada vez cala más en mí. En Corazones, los Beatles eran omnipresentes, y aquí apenas se les nota.

-¿Sigue atento a la moderna música americana?

-Me gusta la americana alternativa, pero me quedo con los grandes nombres: Wilco, Ryan Adams y Ray LaMontagne, sobre todo.

-¿Sus referentes son los mismos que cuando comenzaba?

-Empecé con los clásicos: Elvis, Beatles, Dylan… Luego, el Brit-pop me marcó, y también el pop de los años 80 con gente como The Smiths y Lloyd Cole. Con los años voy cerrando el círculo, me hago más viejo y vuelvo al origen. Lo que más escucho ahora es Dylan y los American recordings de Cash.

-¿Le parece una broma lo de Dylan con Sinatra?

-No, está muy bien hecho. Le vi en San Sebastián y lloré como un niño. Dylan, cuando ve críticas negativas insiste: venga, otro disco de estándares, y otro más… Es un genio. McCartney y él son los únicos que quedan.

-¿Y Costello?

-Me gusta cómo se reinventa. Le da a todos los palos y en todos queda bien, y con una personalidad arrolladora. Y encima le conozco.

-¿Se lo presentó Pete Thomas?

-Sí, fue a través de él. Le conocí en su peor época, cuando estaba gordo, con el pelo largo y barba. En los 90. Estaba dejadísimo. Luego volví a coincidir con él cuando ya iba vestido como un dandi, hecho un pincel. «Do you remember me?», le pregunté. Me dijo que sí, claro, pero a saber…

-Costello no está haciendo discos últimamente, mientras que usted sigue al ritmo de uno cada dos años.

-No puedo dejar de escribir, y mientras la compañía me aguante… Porque los discos son casi deficitarios.

-¿También los suyos?

-En mi caso digamos que empato, y con las giras compensa.

-Una sorpresa de este disco es la voz de Maika Makovski.

-Son canciones de amor, le estoy cantando a mi mujer y nos apeteció poner un contrapunto femenino al estilo de Johnny Cash con June Carter o Gram Parsons y Emmylou Harris. Y pensamos en Maika, que me parece una de las voces más personales de España. Era arriesgado: ella no canta en castellano y hay una distancia de edad y de mundo. Viene del alternativo y, aunque yo empecé ahí, he pasado por todo el mainstream. Podía haber sido un choque de trenes pero ha sido maravilloso. Ha terminado cantando nueve canciones. Y ahora, en directo, hemos tenido que meter una chica, Marina Iniesta.

-¿Tiene muy presentes esas distancias entre ‘indie’ y ‘mainstream’?

-Afortunadamente, ahora las barreras ya no son tan claras. Love of Lesbian y Miss Caffeína suenan en Los 40 Principales y yo en Radio 3. Las cosas están cambiando. Y me ha costado. Me sigue costando, de hecho, llegar a donde quería.

-¿Dónde?

-Simplemente que me prestaran atención, que no me analizaran con prejuicios. Y creo que ya estoy ahí. Gente de La Habitación Roja, Depedro o Sidonie me dicen que fueron fans de Duncan Dhu. Noto que hay un respeto.