Puede parecer una petición peculiar, pero ¿alguien podría explicarme por qué estoy aquí?», pregunta Johnny Depp en la piel del capitán Jack Sparrow tan pronto como aparece en Piratas del Caribe: la venganza de Salazar, y es una pregunta razonable. Después de todo, hablamos de una saga que tiene ya 13 años, a lo largo de los que ha ofrecido tres películas de calidad decreciente y un cuarto capítulo olvidable. La necesidad de una quinta entrega no es inmediatamente aparente.

«Todo el mundo ama Piratas del Caribe», afirma a modo de explicación Joachim Ronning, codirector junto a Espen Sandberg. «Por eso movimos cielo y tierra para formar parte del proyecto. Tuvimos muchas reuniones para convencer a mucha gente, hasta que finalmente Johnny Depp nos dio el visto bueno», aseguran.

El dúo noruego se dio a conocer internacionalmente en el año 2012 cuando su tercera película, la epopeya marítima Kon-Tiki, fue nominada al Oscar. «Cuando hicimos Kon-Tiki nos encargamos nosotros mismos de todo, incluso del diseño del póster», recuerda Sandberg. «Ahora, en cambio, hemos tenido a miles de personas trabajando para nosotros, y todos ellos son los mejores del mundo en lo que hacen».

LIBERTAD CREATIVA / Aunque obviamente su trabajo aquí se limita a colorear dentro de los contornos que la saga tiene trazados de antemano desde el éxito de su primera entrega, La maldición de la Perla Negra (2003), la pareja asegura haber gozado de total libertad creativa. «Hemos trabajado con la misma filosofía que en Kon-Tiki. La única diferencia es que La venganza de Salazar ha costado cien veces más», reconocen los realizadores.

¿En qué se han gastado el dinero? Previsiblemente, en la mezcla de acción, slapstick, villanos sobrenaturales, trepidantes huidas, alianzas improbables y reuniones familiares a la que la saga nos tiene acostumbrados. En el centro de todo ello está el que para bien o para mal es uno de los personajes icónicos del cine moderno: Sparrow, vástago imposible de Keith Richards mitad Charles Chaplin, capaz de mantener la cirrosis a raya sin perder su sonrisa de dientes de oro. «Sparrow está en la sangre de Depp, y Depp en la de Sparrow», explica Ronning. «En ningún momento tuvimos que hablar con él del personaje. Cada vez que rodábamos una de sus escenas nos limitábamos a dar un paso atrás y dejarle a su aire».

Ahora que la pareja de amantes que acompañaron a Sparrow al principio de la saga ha sido proscrita -por culpa de una maldición inmortal, nada menos-, la nueva película les ha hallado sustitutos: Henry (Brenton Thwaites), fruto de la unión entre Will y Elizabeth, y Carina (Kaya Scodelario), protofeminista a la que muchos creen una bruja por sus conocimientos de geometría y astronomía.

FICHAJE ESTELAR / Los tres -y otros habituales como Hector Barbossa (Geoffrey Rush)- forman equipo para encontrar el Tridente de Poseidón, algo así como la llave de todos los poderes de los océanos. Para ello tendrán que derrotar a Salazar (Javier Bardem), un antiguo capitán español que consagró su vida a acabar con todos los piratas que surcaban los mares hasta que el más famoso de esos bucaneros lo derrotó y que hoy, convertido en un zombi en permanente estado de descomposición, anda en busca de vendetta. El actor madrileño se incorpora a la saga después de la participación de Penélope Cruz en la anterior película, la cuarta.

Mientras acompañan a los unos en su huida y al otro en su persecución, Ronning y Sandberg nos ofrecen giros argumentales y cameos de relumbrón -premio para quien reconozca a sir Paul McCartney, que también aparece- y exuberantes localizaciones y, cómo no, una colección de imponentes secuencias de acción entre las que se incluyen el robo de un banco -del banco entero-, el ataque de unos tiburones fantasma y una secuencia final en la que el mar se parte literalmente en dos que evoca un clásico como Los diez mandamientos (1956).

Según los rumores, el epílogo que se nos ofrece tras esa escena pretende funcionar a modo de adelanto de la que será sexta y última entrega de la serie, según está previsto hasta el momento. Eso, en todo caso, dependerá del más que probable éxito de taquilla de la película que ayer se estrenó y, sobre todo, de si Depp tiene la voluntad, y el aguante, para meterse una vez más en la piel de Sparrow.