EL boom de los talleres literarios tiene bastante que ver con la ausencia en la Universidad de asignaturas que desarrollen la literatura creativa. En las facultades españolas se aprende teoría, pero poca práctica, desempeñándose la mayoría de los profesores mejor con la palabra oral que con la palabra escrita.

Desde hace algunos años vengo impartiendo talleres bajo un sistema muy personal. En las clases no hay manuales ni ordenadores, sólo lápiz, papel y un pizarrón que me sirve para ir apuntando sobre la marcha algún dato o nombre. Los alumnos comienzan a escribir en el mismo momento de iniciarse la clase.

Así sucedió el otro día en Managua. La capital nicaragüense había amanecido con un calor insoportable, ensopada de humedad, y los alumnos iban llegando desde puntos muy alejados. El embajador español, Rafael Garranzo, y el escritor Sergio Ramírez me hicieron el honor de inaugurar el cursillo. Dos días después, a razón de cuatro horas por jornada, había un grupo de autores en ciernes trabajando en un proyecto real, un libro de cuentos. Antes de que nos demos cuenta habrán publicado colectiva e individualmente.

Eso mismo ha sucedido, después de un año de trabajo, con el Taller Doce Lunas, del Ayuntamiento de Zaragoza, un proyecto que acaba de ponerse de largo en la Feria del Libro de Zaragoza.

Sus protagonistas, los diez jóvenes autores que firman los relatos aglutinados en el libro Cuentos para leer en la luna,fueron los protagonistas del último domingo ferial.

En la animada caseta municipal, firmaron centenares de ejemplares y se autoconvencieron de que el sueño de llegar a ser escritores estaba mucho más cerca. Retengan estos nombres: Claudia Hale, Ana Pardenilla, Asta Jansson, María Galbe, Oriana Narvich, Acuaria Mágico, Marta Aldea, Marta Pascual, Ana Boned, Andrea Gómez, Jeorge Fúria, Marta Cilleros y Pedro Andreu. Sus cuentos abarcan diferentes géneros, desde el realismo al realismo mágico, de la ciencia ficción al formato policial. Siendo unos más fantásticos, más pegados a lo cotidiano otros, pero todos bien escritos, con pulso, imaginación y una voz original, la que cada autor lleva dentro y que debe surgir, brotar y encauzarse en estos talleres de aprendizaje técnico y desarrollo de la personalidad literaria.

Una hermosa aventura.