El teatro aragonés sufrió ayer una nueva pérdida, la de Santiago Meléndez, tras la muerte de Pilar Laveaga hace menos de quince días. Meléndez ha sido un clásico de la escena desde hace varias décadas, como actor, pero también como escritor y director; y en los últimos años, además, una cara visible en la pequeña pantalla. Nacido en Teruel un 25 de julio de 1958, falleció ayer en Zaragoza a causa de un cáncer. A lo largo de todo el día de hoy, el cuerpo será velado en el cementerio de Torrero. En 2014 murió su mujer, Pilar Molinero, con la que compartió la pasión del teatro desde sus inicios. Tenía dos hijas.

Creador de Teatro del Alba en 1981, hasta mediados de los 90 realizó con ella una veintena de montajes y más de 3.000 actuaciones. Pero la figura de Santiago Meléndez ha permanecido sobre las tablas, bien como actor bien como director hasta este mismo año. Entre sus obras, destacan Odón Val, en carne mortal, que interpretó durante cuatro años; La vida es sueño (Centro Dramático de Aragón), Buñuel, Lorca, Dalí o Yo no soy un Andy Warhol, ambas con Teatro del Temple, Querídas mías, Adictos, Toda la vida, etc. Entre sus últimos montajes se cuentan Amores, La casa de Bernarda Alba, la Trilogía de la ausencia, El payaso de las bofetadas, Tu palabra, hágase en mi o Cabaret Shanghai (en junio se recuperó el montaje aunque él mismo anunció en su facebook que Francisco Fraguas y Chavi Bruna le iban a sustituir como maestro de ceremonias). Además, él fue el promotor del microteatro en Aragón, por el que apostó desde hace varios años.

EN CINE Y TELEVISIÓN

Eso en teatro, porque también fue un habitual del cine y más de la televisión. En pantalla grande apareció, entre otras, en Fuera de carta, de Nacho García Velilla; y Justi&Cia, de Ignacio Estaregui. Y en la pequeña, en Motivos personales, La reina del sur, Bandolera, Sin tetas no hay paraíso, El chiringuito de Pepe, Física o química, Los misterios de Laura, La que se avecina, Amar en tiempos revueltos, Águila roja, Olmos y Robles o El ministerio del tiempo.

Muchos fueron los que a través de las redes sociales quisieron mostrar su pena por su fallecimiento, que no por esperado ha sido menos duro. Así lo recordaban ayer sus compañeros y los más allegados al actor turolense. Jorge Usón, uno de sus grandes amigos y miembro «de su familia», reconocía que se le había quedado «el cuerpo frío» pese a que era un desenlace que «ya veíamos los que estábamos más cercanos tal y como se desarrollaban los acontecimientos en las últimas semanas». Para el actor, que coincidió con él en 2005 en Misiles melódicos y en algún que otro trabajo audiovisual, se ha muerto «un referente del teatro y la cinematografía aragonesa, no solo como actor, sino como director, escritor y agitador cultural de la ciudad de Zaragoza». Por eso, decía que en «los tiempos que corren, que no tenemos demasiados referentes o al menos tan sólidos, es un doble drama». Además, en su caso, no solo profesional, ya que «ha sido la vida, el día a día, lo que me unía a él, más que la profesión». Por eso, se lamentaba de «los momentos impagables que no vamos a poder repetir y por lo que nos ha faltado por vivir porque con 58 años, su vida estaba en el ecuador».

Jorge Usón se siente «un efecto de que él pasó por este mundo, porque tengo expresiones y maneras de él». Aunque ayer no atinaba a contar ninguna anécdota, reconocía tener «mil batallas en torno al teatro, las noches madrileñas o las veces que me ayudó y le ayudé, vamos, lo que sería un amigo en toda regla, con la a mayúscula» y recordó que «todavía nos queda la tristeza de la sombra de la muerte de su mujer, Pilar Molinero» y ahora se suma también la de la de la suya.