Pese a la inexplicable costumbre española de llamar raï a casi toda la música moderna del Magreb, no pocos músicos del norte de África asentaron un sonido que, a falta de una taxonomía más precisa llamaremos rock árabe (rock de casbah, como dirían los revoltosos y añorados The Clash), que en los tiempos modernos ha tenido en Rachid Taha, ya desde sus comienzos con el grupo Carte de Séjour, su representante más imaginativo y brillante. Taha, a golpe de rock, trallazos electrónicos y raíces tanto del Magreb como del Mashreq y otras zonas del Mediterráneo, ha ido trazando una discografía modélica y unos conciertos altamente perturbadores, en ocasiones también por razones extramusicales.

Temenik Electric, formación que asienta sus reales en Marsella, también hace rock de casbah y participa no poco de los hallazgos de Taha; pero en ocasiones se enroca demasiado en algunas de sus referencias más guitarreras (de Led Zeppelin, U2 y Simple Minds al electroclash) y entra en un bucle del que parece que no saber salir, una especie de coma musical un poco exasperante. Tiene, no obstante momentos de gran intensidad musical, de encuentro hipnótico entre guitarras vigorosas, reformulaciones folclóricas y pespuntes electrónicos. Pero en general da la impresión de que este combo no termina de encontrar su hoja de ruta sonora. Así, el desequilibrio entre propuestas, es palmario. Lo comprobamos en Sallent, donde armó un repertorio con canciones procedentes de Ouesh Hada? e Inch'Allah Baby, su dos álbumes: Ness jirèmin, Dèuni, Haimink, Denia Denia, N'Touma, Mezel El Barani, Mistekbeul...

Temenik Electric tiene argumentos para elaborar una propuesta musical electromagrebí de envergadura, pero debe de afinar más la confección de los materiales con los que trabaja, unir los fragmentos con visión de conjunto y no confundir trance con tautología y fusión, conexión o como quieran llamarlo con una ensalada rítmica a medio aliñar. A ver.