No resulta fácil hablar con Arnaldur Indridason de Bettý (RBA), ante la obligación de no dar pistas sobre el giro que transforma totalmente la trama y hace que el lector deba ser consciente de sus propios prejuicios. «Se ha de ir con cuidado, sí», apunta el escritor. Tampoco es fácil identificar esta novela primeriza, publicada originalmente en el 2003, con el resto de sus libros, especialmente los protagonizados por el inspector Erlendur, con dolorosos recuerdos familiares, personajes introspectivos, traumas entre tradición y modernidad en la remota isla atlántica y una naturaleza inclemente, todo pura novela negra escandinava.

«Es mi novela americana, mi novela más noir. El resto han sido novelas negras nórdicas, una tradición en la que he trabajado mucho. Era divertido cambiar de tradición, pero no lo he vuelto a hacer», explica de este libro que implica en una trama de engaños a abogados, un rico armador de una flota pesquera y su seductora mujer. «En este libro me planteé si era posible hacer un thriller con la atmósfera de Dashiell Hammett o Raymond Chandler dentro de la realidad islandesa», añade.

De hecho, la acción podría suceder perfectamente en Luisiana con un pantano en lugar de una grieta helada como escenario del crimen. «Esta era la jugada. Pero los lectores islandeses quieren libros que sean creíbles en Islandia y personajes que sean claramente parte de la sociedad islandesa, y es muy difícil que encajen los dos modelos; siempre estoy intentando convencer a este lector tipo tan escéptico», admite el escritor.

¿En que consiste, pues, esa novela negra nórdica?: «La clave es crear historias sobre la gente. Dar una importancia fundamental a los personajes y a sus relaciones, que no se base en la acción, los disparos y las explosiones, sino en las reacciones de la gente en situaciones extremas, la descripción de las víctimas y de las personas que sienten el dolor de haber perdido a alguien».

Lengua en peligro

Pese a hablar en inglés, ha insistido en su visita al festival BCNegra en expresarse en islandés, aunque costase encontrar un traductor. «Nunca te puedes expresar como en tu lengua materna. Pero, además, solo somos 300.000 hablantes, muy pocos, y el idioma se está muriendo, el inglés está invadiendo su léxico y su estructura, así que es un deber para los escritores islandeses mantenerlo vivo», expone.

No ha vuelto a reincidir, pero sí se ha preguntado algunas veces cómo seguiría la vida del personaje que acaba entre rejas. Aunque, confiesa, de hacerlo la escribiría en forma de novela nórdica.