Lo mismo hace un Retrato de un retrete como se une a Soziedad Alkohólika para cantar Dando brea o le dedica un pequeño gran homenaje a su barrio de toda la vida, las Delicias, en Deep Deli. Porque, al final, «en esta vida, todo es rapeable». Sergio Rodríguez, Sho-Hai para casi todos, publica el viernes su segundo disco en solitario, La última función, un trabajo que contiene 15 temas y que es de larga duración, y nunca mejor dicho, porque se va por encima de la hora.

Ya han pasado muchos años desde que empezara a asomar como miembro de Violadores del Verso pero lo cierto es que si algo no ha cambiado es que suelta verdades como puños: «Ahora que me escucha más gente, ¿por qué me voy a cortar en decir tal cosa u otra? Es obvio que tal y como está la historia, con la censura, a veces te lo piensas... Pero no me escondo, digo cosas bestias y a lo mejor si lo escucha quien lo tiene que escuchar me llevan para el cuartelillo pero no me corto. En realidad, nunca lo hemos hecho a la hora de escribir, no lo hacíamos con Violadores y no lo vamos a hacer hoy. La clave es pasar del corazón al micro y lo que te salga, y si te tienes que cagar en alguien lo haces», dice con soltura Sho-Hai que, aunque asegura que no puede compararlos fácilmente porque Doble vida (su primer trabajo) lo tiene «muy machacado», está «muy contento» con el disco que está a punto de ver la luz (sale a la venta el viernes y mañana tiene una sesión de firmas en Común20 por la tarde): «Le hemos sacado un sonido muy guapo, bastante mejor que el otro... Ya las mezclas sin masterizar sonaban muy contundentes y también hemos contado con más músicos que lo hacen más guapo, un bajista, un guitarrista, coros de peña cantando… Lo hemos hecho más humano».

Detrás, hay un trabajo de más de dos años aunque no se ha quedado fuera casi nada: «Soy de tachar mucho y hasta que tengo la letra paso por el colador bastantes rimas hasta que doy con la buena. Todas las canciones que están en el disco son las que tenían que salir, canción que escribo, canción que va para el disco», dice antes de explicar las causas: «Soy muy selectivo a la hora de tener acabada la letra y la instrumental, soy de limar asperezas así que todo lo que acabo va para dentro».

«Dos o tres canciones las tenemos grabadas desde hace dos años, realmente eran pruebas pero es que al escucharlas al tiempo dijimos ‘esto se tiene que quedar así con algún pequeño cambio’», explica el miembro de Violadores del Verso que prefiere componer siempre a partir de un ritmo: «Normalmente lo hago así... aunque muchas veces es a la carta, le digo a Rumba necesito hablar de tal movida y me hace una instrumental a medida. Con él estoy muy cómodo y me conoce a la perfección. Lo mejor es poder escuchar una instrumental y ver que ahí puedes hablar de tal cosa y ya te adaptas a métricas y tonos de voz».

Entre los 15 temas, Sho-Hai ha querido rendirle un homenaje a su barrio, porque lleva «toda la vida viviendo y bebiendo allí», en su tema Deep Deli, «un himno» a las Delicias. «Con la instrumental de Xhelaz me enchufé enseguida, era muy americana. Recuerdo llevarla en los cascos andando, mirando por los rincones del barrio y empapándome para coger la esencia y su puto corazón», explica con determinación aunque también aclara que el tema tiene una visión mucho más global: «Hablo de Delicias pero el mundo es un barrio y la gente se puede sentir muy identificada porque es un barrio obrero de toda la vida, es puro sentimiento. La sigo escuchando y me emociono».

Pero también ha encontrado un hueco para continuar, con Retrato de un retrete, la saga que empezó en su primer disco hablando de una farola: «Se trata de darle humanidad a un objeto inanimado. Es muy storytelling. Siempre me ha gustado mucho eso, crear imágenes a la gente tal y como las concibo en mi cabeza. Aquí se da un contraste guapo porque es una canción super melódica y habla de una taza de wáter sin caer en la escatología», dice antes de insistir: «Todo es rapeable».

Pero quizá una de las joyas del disco es el tema con el que se cierra, una versión de Dando brea en el que unen sus fuerzas Sho-Hai y Soziedad Alkohólika. «Era una cuenta que tenía pendiente, con Violadores ya colaboramos pero hicimos una canción que llevamos mucho a nuestro campo y yo quería una que sonara más a ellos. Es la canción más social del disco. Es un petardo muy guapo para acabar».

En enero comenzará la gira de este nuevo trabajo en la que Sho-Hai ya tiene cerradas 25 fechas en salas: «Para empezar queremos ese calor humano, tener a la gente cerca y a ver qué tal funciona la cosa. Ya para después haremos festivales y alguna otra cosa más». En esta gira volverá a estar acompañado por Ossian, que le hará las voces, y que también ha participado en el disco en Severo correctivo. «Aún lo estoy perfilando aunque lo tengo ya todo bastante hilado. Será un show de una hora y 40 minutos.», explica Sho-Hai al que ya le atacan las inseguridades del directo: «Sí, estoy muy nervioso, como siempre, porque quiero tenerlo todo perfecto y, además, cada vez me cuesta más aprenderme las letras», medio bromea para concluir.