D e la primavera artística de Berlín a la mirada de Brad Mehldau sobre J. Sebastian Bach, pasando por la segunda novela de Nick Cave, la serie de televisión El cuento de la criada y la muerte del llamado padre del nuevo periodismo. Mayo es históricamente un mes muy dado a la turbulencias.

Nick Cave. La muerte de Bunny Munro (Malpaso Ediciones). La segunda novela de ese músico catártico e indagador en las sombras de la condición humana llamado Nick Cave la publicó en castellano Global Rhythm en 2009, y ahora la reedita, con la misma traducción de Miguel Izquierdo, Malpaso.

La muerte de Bunny Munro parte de un guión escrito por Cave para una película que nunca se rodó y retrata la vida de un vendedor de cosméticos, seductor y adicto al tabaco, al alcohol y al sexo. Cave aborda esa historia con una escritura urgente, urbana y directa que puede recordar a Bukowski, pero que no es confesional. Una forma de narrar y una historia (repletas de guiños a la cultura popular) muy diferentes a las mostradas en Y el asno vio al ángel, su primera novela, ambientada en el campo, poblada por fanáticos religiosos y escrita con una precisión de detalles a veces exasperante.

Sí, la peripecia vital de Bunny es otra cosa: sabe que está fuera de centro y tal vez fuera del mundo, y que solo la muerte le proporcionará la redención que no logra encontrar en el vodka o en una mamada entre tarros de crema antiarrugas. Puro Cave.

La especialidad del Bröhan Museum, de Berlín (Schlossstrasse, 1a), son las artes decorativas, pero ofrece hasta el 17 de junio la espléndida exposición Berliner Realismus. O sea, una serie de obras de diferente calado, que cubren el periodo que va desde 1890 a 1930. Es decir: las dos fases del realismo berlinés. La primera, con artistas como Heinrich Zile, Hans Baluschek y Käte Kollwitz, se centró en la crítica social, mostrando la precaria situación de los trabajadores durante la industrialización; la segunda, con creadores como Otto Dix, George Grosz y Otto Nagel se produjo en la decadencia de la República de Weimar y la semilla del nazismo, y arremetió, lógicamente, contra el devenir político, ya con nuevas técnicas como el collage. Si van a Berlín antes del 17 de junio no se la pierdan.

Y si aún no han visto la primera temporada de la serie El cuento de la criada (HBO empezó en abril a emitir la segunda temporada), pueden leer antes para ambientarse la novela homónima de la canadiense Margaret Atwood (Seix Barral, 1987), en la que se inspira, y echar un vistazo a la Biblia: concretamente al capítulo 30 del Génesis.

Creada por Bruce Miller, la serie presenta un futuro distópico en la República Gilead (USA), gobernada por fundamentalistas cristianos, y en la que el deterioro del medio ambiente ha producido infertilidad en la mayoría de las mujeres. Así que la función de las criadas, contra su voluntad, claro, es procrear para que las esposas de los dirigentes puedan ser madres por el método que revela la Biblia: Raquel ofreció a su esposo Jacob a su criada Bilhá para que se uniese a ella y «que dé a luz sobre mis rodillas».

Elizabeth Moss (Mad Men) es la intérprete principal de este perturbador artefacto audiovisual, rodado en tonos fríos, en los que destacan las capas rojas de las criadas, y que fotografía ambientes sombríos. Una ficción oscura y profética (en la segunda temporada se aleja un poco de la novela de Atwood) que acojona.

Brad Mehldau. After Bach (Nonesuch). Instrumentista brillante, discípulo muy aventajado de Bill Evans y deudor de algunos códigos de la música clásica. Ese es Brad Mehldau. Aquí, al contrario de lo que hicieron músicos como Jacques Loussier, no mete a Bach en cintura de jazz. Sencillamente reinterpreta con tino cuatro preludios y una fuga del compositor alemán y los complementa con cuatro piezas propias que contrapuntean a las originales abundando en los ambientes impresionsistas, terreno sonoro que conoce muy bien. En ocasiones se muestra algo laberíntico, pero la experiencia es atractiva.

Soleá Morente. Lorelei (Sony / El Volcán). Si en su disco de estreno Soleá se acercó a los territorios rock de Omega, en su segunda entrega se pone pop (de Las Grecas a Jeanette). Psicodélica a veces; flamenca siempre, revisando piezas de su padre, e indagadora en ocasiones, abordando una soleá (La misa que voy yo) con auto-tune. Alonso Díaz, de Napoleón Solo, le echa una mano produciendo, arreglando y dirigiendo.

Limboteque. Mexicabaret (Rumor / Karonte). Todos los géneros, todos los estilos; eso sí, con acento propio. Así maneja su barca sonora el grupo valenciano Limboteque, que en su disco más reciente se mete en harina de corrido mexicano, dando la vuelta, sin que pierdan el sabor, tanto a piezas de repertorio como a composiciones propias.

Robert Plant and The Sensational Space Shifters. Live at David Lynch’s Festival of Disruption (Universal). El Viejo zorro Plant muestra en este DVD, con la banda que creó en 2012, su faceta alquimista combinando blues, folk, rock y cadencias africanas. En el repertorio, cuatro piezas de Led Zeppelin. La grabación se completa con un capítulo en el que el director David Linch habla de sus cosas.

Adiós a Tom Wolfe. Con él, pero también con Terry Southern, Norman Mailer, Barbara L. Goldsmith, Hunter S. Tompson y Gay Talese, entre otros, aprendimos qué demonios era eso llamado nuevo periodismo. O sea, aprendimos a escribir sin miedo y a contar mejor. Tom Wolf quiso parir la gran novela americana sin darse cuenta de que ya la había escrito en sus libros de reportajes. Descansa en paz, gran dandi.