Hojeando la revista Ejército, el productor de cine Antonio Saura se quedó asombrado con un artículo que contaba una operación de rescate en Afganistán. Los hechos ocurrieron en el 2012, pero se hicieron públicos dos años más tarde. Las fuerzas armadas españolas salvaron a dos soldados americanos heridos en una zona tomada por los talibanes. «Aquí hay una película», pensó, y llamó a la productora Tornasol.

Zona hostil se estrenó el viernes con dos objetivos: romper prejuicios sobre los militares y contar qué siente un soldado en una situación extrema. Así lo explica Adolfo Martínez Pérez, que debuta como director tras una amplia trayectoria en EEUU, tanto en el departamento de arte (Alien: Resurrección) como a cargo de la segunda unidad de dirección (Termitator. Salvation).

Dedicada al centenar de militares españoles muertos en Afganistán, Zona hostil narra cómo una médico militar (Ariadna Gil) y un piloto (Roberto Álamo) encabezan una operación para rescatar a dos soldados estadounidenses heridos en combate. El helicóptero (una auténtica bestia militar que cuesta unos 40 millones de euros) no consigue aterrizar bien y los miembros de la operación se ven obligados a quedarse en mitad de la nada esperando a ser rescatados por sus compañeros mientras los talibanes acechan.

«El Ejército nos ha dejado el armamento. Está película no se podía haber hecho sin su colaboración», explica Martínez Pérez, que se entrevistó con los mandos y los soldados que formaron parte de la operación real. Los actores también lo hicieron. «Creo que unos y otros rompieron prejuicios al conocerse», añade. «Fui el primer sorprendido al conocer el Ejército por dentro. Es verdad que es un mundo aparte. Pero desde que se profesionalizó y realizan operaciones en el extranjero las cosas han cambiado. Siempre pensamos en los militares de otra época, en sargentos chusqueros, pero no es así. Además, los soldados no son los que mandan en las guerras, esos son otros, dice el director.

Rodada en Almería y en Canarias, Zona hostil ha tenido una logística muy complicada y un presupuesto alto para el cine español (unos cinco millones) pero que no deja de ser lo que una película estadounidense destina al cátering, advierte el director, que conoce bien la industria de Hollywood.

Todo el armamento que aparece en Zona hostil está cedido por el Ejército, cuyos miembros también asesoraron al equipo a la hora de pilotar, disparar e, incluso, hablar. Porque los militares tienen su propio lenguaje. «Hemos tratado de apostar por las vivencias en primera persona, por contar qué les pasaba por la cabeza. La película no entra en la naturaleza del conflicto. Eso lo hemos dejado fuera para centrarnos en los soldados. Me gustaría que el público saliera del cine sin aliento. Y también que la película sirviera para conocer un poco mejor al Ejército, ese gran desconocido para el cine, a diferencia de lo que ocurre en EEUU».

Un último prejuicio tumbado. La cantidad de mujeres soldados que aparecen en la película responde a la realidad. «Cuando nos entrevistamos con el equipo, nos encontramos no solo con la doctora, también con una tiradora y dos pilotos mujeres», concluye.