El Festival de Cine de San Sebastián viajó ayer en el túnel del tiempo. La primera parada fueron los años 20. De allí surgió una Blancanieves española, muda, en blanco y negro y torera. Así lo propone Pablo Berger (Torremolinos 73), que firma una revisión tan personal como sorprendente del cuento de los hermanos Grimm. La segunda parada del túnel del tiempo fue para los años 70. Y esta vez no nos bajamos en España sino en EEUU de la mano de Ben Affleck, que se confirma como un director con nervio con su tercera película como realizador, Argo, cine de espías con aromas setenteros en el que se respira una sabia mezcla entre Todos los hombres del presidente (Alan J. Pakula, 1976) y Boogie nights (Paul Thomas Anderson, 1997). Basada en hecho reales, el filme narra cómo un agente de la CIA rescata a seis estadounidenses atrapados en Irán tras la revolución de 1979.

Tanto Blancanieves (que se estrena en salas el 28 de septiembre) como Argo (26 de octubre) merecen entrar en el palmarés de San Sebastián. La primera lo hará. Seguro. A no ser, claro, que el jurado cometa uno de sus (habituales) errores. Recordemos cómo de este mismo certamen El secreto de sus ojos (Juan José Campanella, 2009) se fue de vacío y meses más tarde se alzó con el Oscar. Argo, sin embargo, no entrará en el palmarés. Pero el único motivo es que el certamen decidió programarla fuera de la competición oficial. "A lo mejor la gente piensa que una película de Hollywood no merece estar en un festival. Pero, vamos, hoy (por ayer) he hablado con los periodistas, me he encontrado con los fans... ¿Cuál es la diferencia?", se preguntó Affleck. "Pues que no vas a tener premio", le contestó, muy divertido, el veterano actor Alan Arkin, que participa en el filme dando vida a un cínico productor de cine. "Bueno, pues si realmente quieren darnos un premio estaremos encantados de recogerlo", concluyó Affleck.

ENANOS TOREROS Tampoco quiere pensar mucho en galardones para Blancanieves Pablo Berger. Y eso que no solo aspira a la Concha de Oro de San Sebastián sino al Oscar, ya que la Academia la ha seleccionado (junto a Grupo 7 y El artista y la modelo) para representar a España en los premios de Hollywood.

Que nadie espere de esta Blancanieves un castillo. Lo que hay es un cortijo andaluz. Tampoco hay enanos mineros, sino enanos toreros. Sí que hay una pérfida madrastra (Maribel Verdú), pero no está obsesionada con ser bella sino famosa. En las antípodas del universo Disney, Blancanieves es un deslumbrante cuento macabro que da la vuelta a los estereotipos de la España flamenca y descubre a Macarena García (que en la película no se llama Blancanieves sino Carmen) como una de las grandes promesas del cine español.

Siendo un filme mudo y en blanco y negro es fácil la comparación con The artist, que arrasó en los Oscar. Berger, una vez más, recordó ayer que el guion lo empezó a pergeñar hace ocho años. No ha habido copia de idea. Solo "casualidad". El tiempo dirá si esa casualidad beneficia a la película de Berger. Si el público acudió en masa a los cines a ver The artist ¿por qué no van a hacer lo mismo con Blancanieves? Lo merece.