Es difícil imaginarse la Edad Oscura del Conocimiento que vivía Europa en la Edad Media cuando en la misma época se encontraba Al-Andalus, un reino de esplendor y de conocimiento. Un reino floreciente en el que destacaba Córdoba, junto con Bagdad, como el centro cultural más importante del mundo islámico y, tras ella, la capital de la Marca Superior del reino, una espléndida y floreciente Saraqusta (actualmente Zaragoza).

Con el objetivo de dar a conocer ese mundo de esplendor, la Fundación La Caixa abrió ayer la exposición La ciencia en el mundo andalusí, en una carpa instalada en el cruce entre el Camino de las Torres y la Avenida Cesáreo Alierta. A la inauguración asistieron el secretario general de la Fundación La Caixa, Luis Reverter; la teniente de alcalde de Cultura de Zaragoza, Rosa Borraz y la comisaria, Margarita López.

Lo que por fuera no llama la atención del viandante más que por la magnitud de la carpa, por dentro es un apasionante viaje en el tiempo. Nada más entrar, uno se siente como un cortesano o diplomático que le recibían en el palacio de Madinat al Zahra atravesando una cuidada representación con sus fuentes de mercurio. A partir de ahí, el visitante se va adentrando en lo andalusí a lo largo de los cinco escenarios expositivos.

El observatorio astronómico en el que se puede encontrar instrumentos tan conocidos como el astrolabio y la esfera armilar, que sirvieron años después para que, por ejemplo, Copérnico y Kepler pudieran desarrollar sus descubrimientos. Unos metros más allá, el visitante entra en el estudio médico andalusí donde ya se utilizaban instrumentos como el forceps.

Pero las maravillas islámicas no se acaban ahí ya que el espectador aún le queda por ver una magnífica noria (innovadora para los sistemas de riego) o una fastuosa reproducción de la Alhambra. La última parte de la muestra está dedicada a ofrecer al visitante la información sobre la ciencia andalusí a través de elementos interactivos, maquetas y reproducciones varias.