Potenciar la investigación, conservar, incrementar y contribuir a la divulgación de las Ciencias Naturales. Este es el objetivo del recién inaugurado Museo de Ciencias Naturales, que se abrió ayer en el Paraninfo de la Universidad. El espacio --cuenta con 950 metros cuadrados situados en la planta inferior-- guía a los visitantes por el camino de la evolución desde el origen del universo hasta la aparición del Homosapiens, que crea la fusión de las dos colecciones que componen el museo, la de Paleontología de la propia Universidad de Zaragoza; y la Longinos Navás, depositada por la Compañía de Jesús en 1988; y que se desmontó en el 2006 para la "rehabilitación del edificio".

Estas dos colecciones centran el "discurso científico", en el que se da "primacía a las piezas", según reconoció Concha Lomba, vicerrectora de la Universidad de Zaragoza, que presentó el nuevo museo ("largamente deseado" por la institución), acompañada por José Ignacio Canudo, director del centro; Juan Jesús Bastero, de la Compañía de Jesús; y José María García de los Ríos, del Banco de Santander, patrocinador del museo junto a la Diputación de Huesca.

La intención es contar "la historia de la Tierra" a través de los principales hitos. Está concebido como un "túnel del tiempo", reconoció Canudo; desde el jurásico y el cretácico hasta la llegada del hombre. La colección de Paleontología cuenta con más de cien mil fósiles de plantas y animales vertebrados e invertebrados, muchos provenientes de las excavaciones en Aragón. "Queremos que el espectador vea y sienta cómo ha cambiado la vida, cómo aparecieron y desaparecieron especies animales", reconoció el director del museo.

PIEZAS DESTACADAS

De entre las joyas de la colección, Canudo destacó unas huellas de un animal desconocido andando por el fondo del barro, una cabeza de pez del Devónico --que se ha ambientado en su hábitat natural, recreando incluso su velocidad de movimiento--; el cráneo del cocodrilo de Ricla, con una antigüedad de 170 millones de años; partes del oso de las cavernas (Tella), de un elefante y un mamut; el cráneo de un uro ("toro primitivo") de Ariño, así como fósiles de Murero, las primeras formas de animales que se conocen.

"Aragón tiene registros fósiles de todas las épocas", explicó, y de las que no, se han traído. Por eso, se ve unas patas de dinosaurio del Cretácico inferior, de Peñarroya de Tanstavins y un esqueleto completo de un dinosaurio de Mongolia; para acabar con un repaso al género Homo.

LEGADO

La colección Longinos Navás recoge el legado del científico jesuita. Consta de más de 400 animales naturalizados, esqueletos de mamíferos, peces, reptiles, aves --no perderse la comparación entre el esqueleto de un gato y de un mono, que son muy similares, ni el de la raya o el de la serpiente--, una gran cabeza de elefante de la India, conchas de moluscos, fósiles, herbarios y más de 7.000 insectos. Juan Jesús Bastero destacó como más llamativo, los "animales naturalizados" (algunos de hace más de 100 años), ya que hay desde un ciervo a una tortuga, un armadillo o un cocodrilo, entre otros muchos.

También se reconstruye un gabinete antiguo con peces en formol, aves y calcos de mariposa, ya que Longinos Navas fue un pionero; estudió 3.000 especies nuevas de insectos; y creó una técnica, por la que estampaba las mariposas y quedaban pintadas en el papel.