Va a ver a su tío Augusto a Zaragoza y éste le recuerda que escuchaban juntos los partidos por la radio. Enseguida le pregunta cuál era su jugador favorito y se lo apunta. En la consulta del neurólogo le interesa cuál fue la primera palabra que dijo al abrir los ojos. Al despertarse de un coma producido por un ictus, Celia ha perdido buena parte de su memoria, hasta la contraseña de todos sus documentos privados. La búsqueda de esa palabra y la lucha por reencontrarse y volver a ser ella es la armadura de Una sola palabra (Tusquets), la nueva novela del zaragozano Joaquín Berges, que presentó ayer en el Centro Cívico Universidad.

El pasado y el presente

«La pregunta de la novela —arranca Berges— sería si se puede vivir sin memoria. La protagonista se despierta un día de un coma y se da cuenta de que ha perdido la memoria selectivamente y lo que no recuerda son los últimos años de su vida». Ahí empieza una novela que es, según define el autor, «un viaje en el tiempo. Es como si de pronto te despertaras 15 años más allá porque no recuerdas los últimos 15 años de tu vida y hay cosas que te sorprenden». Todo ello lleva a una reflexión mucho más profunda que late en Una sola palabra: «¿Qué pasaría si viviéramos sin memoria? ¿Quiénes seríamos? El pasado es lo que te hace lo que eres en el presente», reflexiona en voz alta Joaquín Berges.

Y eso es algo a lo que no deja de darle vueltas Celia a lo largo de la novela porque se da cuenta de que «no tiene recuerdos malos. Por eso, llega a creer que su hija le está ocultando algo y sufre una especie de paranoia inevitable. Si tú no recuerdas quién eres exactamente y tienes la salud tocada, te crees que los demás te ocultan información para no perjudicarte. Ella desarrolla una susceptibilidad muy aguda al punto de que se cree que le ocultan algo tremendo». Celia no se atreve ni a leer sus libros por si encuentra algo que le haga ver eso tan malo que sucedió en su vida.

La novela transcurre a medida que «ella misma se va reencontrándose a sí misma preguntando a los demás sobre ella», aclara Berges que razona: «Si te pasa esto tienes que acudir a los demás, eres quien eres en relación al conjunto de la sociedad. Nadie vive solo, si eres alguien como individuo eres porque perteneces a la sociedad y eso le obliga a Celia a buscarse en los demás».

Sobriedad y humor

Berges defiende el porqué es su obra más sobria: «El estilo ha de estar siempre al servicio de la historia... Si te despiertas olvidándote de quién eres, la historia no da para muchas florituras». Aún así, el humor característico de las novelas del escritor zaragozano aflora en las situaciones más insospechadas dentro de la novela: «Los toques de humor son inevitables porque es algo que está presente en la vida hasta en los momentos más difíciles. Lo que cuento es un drama pero con la naturalidad del día y a día y en la cotidianeidad», explica con agilidad.

Y la pregunta del millón, ¿qué haría Joaquín Berges si le sucediera algo parecido? «Yo me leería mis libros --responde con rapidez. La solución más sencilla sería haber llevado un diario. Es un ejercicio buenísimo que recomiendo a todo el mundo, escribir un diario es una forma de vivir la vida otra vez, de remansarla, de reflexionar, la vida va muy deprisa, la tecnología nos invita a hacerlo así, todo es inmediato y el diario es una forma de pararte. Si llegas a perder la memoria y tienes acceso a esos diarios, sería la solución perfecta», concluye.