EL ABSOLUTO

Daniel Guebel

Random House

558 págs. 21,90 €

¿Cómo puede ser que el sistema de la literatura haya conseguido silenciar en demasía el nombre de Daniel Guebel (Buenos Aires, 1956)? ¿Dónde estaba este escritor omnívoro que pretende narrarlo todo: el mundo, lo absoluto de la condición humana y el santo grial de la creación estética? Insólito.

El absoluto es el caleidoscopio imposible de una saga familiar en seis libros que dan cuenta de una estirpe única. Los Deliuskin son los que protagonizan, del siglo XVIII al XX, las más de 500 páginas de una familia en busca de lo absoluto: «La totalidad… la totalidad de lo existente». A lo largo de esos seis libros, uno por cada miembro, Guebel desgrana los secretos de una familia que pretende «modificar la estructura de la realidad».

Novela cervantina

Utopías, simbolismos secretos e imposibles, misticismos, teosofías, pitagorismos, doctrinas secretas que cambiarán el curso de la historia, revoluciones modernas que se sustentan en libros muy antiguos: «Pensar el acto revolucionario como si fuera una representación teatral». El silencio del fracaso de estas empresas familiares necesita ser contado de manera incondicional, categórica.

El libro es también una radical defensa de lo múltiple de la condición artística: la novela cervantina. Un libro que ya se intuye que es tajante, que busca plantear preguntas que solo se pueden abordar desde lo estético como la misma y única condición de la literatura. En esta historia laten preguntas como: ¿quiénes y cómo eran los miembros de la estirpe del compositor ruso Alexander Scriabin? ¿Eran genios o locos?

Las diversas manifestaciones del libro son las mismas que el músico ruso Alexander Nikolayevich Scriabin quiso serializar en los movimientos musicales que contiene el Mysterium, que debía ser interpretado en un templo del Himalaya y que es el corazón del libro. Después, la nada, lo absoluto, el fin de los tiempos: el Apocalipsis. A lo largos de los seis libros, los miembros de la saga descubren que todo está conectado. Dos ejemplos. En el primer libro, Fratisek Deliuskin descubre que los distintos movimientos del coito pueden serializarse como si fueran notas de una partitura. En el segundo, Andrei, su hijo, anota los Ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola que en manos de Lenin serán el sustento de la revolución.

La escritura de El absoluto gana al lector por desborde y anegación. Nos gana porque su destino es el mismo que materializó Jorge Luis Borges en sus cuentos pero a la inversa. Si Borges pretendía contarlo todo mediante la contención de las distintas tramas de los anaqueles de un Biblioteca, Guebel pretende ensanchar los límites de la ficción ofreciando todas las historias contenidas en unos destinos íntegros.

Si Guebel era uno de los «secretos mejor guardados», ya es hora de que cese el silencio y se aúpen las hordas de lectores sobre este libro de saberes remotos y geniales que convierten a su autor en una novelista alocado.