Whitney Houston falleció en febrero de 2012 a los 48 años ahogada en la bañera de un hotel en Beverly Hills. El documental que Kevin Macdonald mostró ayer fuera de concurso en Cannes ahonda en el camino que la llevó a esa muerte, donde no faltaron drogas ni abusos sexuales en la infancia.

Whitney profundiza en una cantante que vendió más de 200 millones de álbumes en todo el mundo y que entre sus éxitos incluye títulos como I will always love you o Saving all my Life for You. Y lo hace con entrevistas a la gente más cercana de su entorno, como su madre, Cissy, o su exmarido, el rapero Bobby Brown, con los que construye un puzzle que revela que su prima Dee Dee Warwick abusó de ella de pequeña y recorre tanto el alcance de su cima profesional como la posterior bancarrota.

Macdonald no tenía un interés particular por la cantante cuando su agente, Nicole David, le contactó: «Me dijo que era a quien más había querido en su vida profesional pero que nunca comprendió por qué acabó llevando una vida tan trágica, y me pidió ayuda para entenderla», contó el director. La gente, señaló, «estaba asustada de hablar de ella porque la historia es tan oscura que pensaba que iban a ser asociados, culpados, o se sentían culpables».

El cineasta tiene claro que la intérprete no podía haber escapado de su trágico final. «Nunca fue capaz de crecer por culpa del abuso sexual, no pudo alejarse del tornado de cosas que la rodeaban, fuera la droga, casarse con el hombre equivocado o no estar presente para su hija», que en 2015 murió por una combinación de ahogamiento en una bañera e intoxicación por drogas y alcohol.

Whitney fue una víctima, dice el realizador, que alcanzó el estrellato al coprotagonizar con Kevin Costner El guardaespaldas en el año 1992 y a quien los sucesivos excesos le fueron apagando su voz, «una jeringa que va directa al corazón».