Pablo Guerrero nació hace ya varias décadas en un pueblo de la provincia de Badajoz. En 1972 publicó su primer disco, A cántaros, en el cual se incluía la canción del mismo nombre y con la que Guerrero consiguió que su voz se metiera en la cabeza de miles de españoles. Este poeta hecho cantautor, que siempre ha trabajado al ritmo que le marcaba su inspiración, hoy en día tiene publicados 15 álbumes de estudio y otro grabado en 1975 en directo desde el Teatro Olympia de París. El pasado año publicó Mundos de andar por casa, y hoy viene a Zaragoza a enseñarlo. Tocará a las 21.00 horas en el Centro Cívico Delicias.

-Después de tanto tiempo componiendo, ¿cómo ha sido el recibimiento de sus nuevos temas?

-Muy bien. Hemos estado en Huesca, Guadalajara, Valladolid, Córdoba… y la verdad es que la gente ha respondido con cariño, con atención y afecto.

-¿Han cambiado muchas cosas desde sus primeros conciertos?

-Sí. Cuando yo empecé a cantar lo importante era el texto, era una época muy politizada y la gente esperaba que aparecieran determinadas palabras en mis canciones, como libertad.

-Hoy llega a Zaragoza, tierra de cantautores.

-Sí, siempre he estado muy agradecido a Zaragoza porque he ido mucho. Labordeta me invitó varias veces… Plácido Serrano y un montón más. Es una ciudad a la que quiero y que me quiere.

-¿Qué siente uno encima de un escenario como el del Olympia de París?

-Un poco de miedo. Cuando llegamos, el acomodador nos dijo que si sabíamos que íbamos a cantar donde lo había hecho Bob Dylan, Serrat y otros tantos. Nos advirtió y nos dijo: o es para bien y sigues cantando toda la vida o te hunde en la más absoluta de las miserias. Al final tuvimos suerte.

-¿Cómo gestiona usted el cariño y el reconocimiento del público?

-Pues trato de responder haciendo mi trabajo todo bien que puedo y escribiendo mis poemas lo mejor que puedo. Tanto yo como mi banda nos esforzamos por responder a ese cariño del público.

-Usted reivindica en su último trabajo el poder de la imaginación.

-Imaginar un mundo distinto es hacer que ese mundo ya empiece a cambiar.

-La infancia es otro de sus referentes importantes ¿no?

-La verdad es que sí. Cuando se llega a una edad se recuerdan cosas de la infancia que en otras épocas de la vida se tienen olvidadas.

-¿Qué canciones traerá de su repertorio a Zaragoza?

-Llevamos canciones de toda mi carrera, no solo del último disco. Hay canciones de los 70 como Muchacha triste o A cántaros y luego hay canciones de todas las épocas, incluyendo las nuevas.

-Usted ha dicho que los cantautores de hoy en día solo hablan de desamor.

-Jajaja…sí, lo digo en broma pero sí que es un pequeño tirón de orejas de un abuelo a sus nietos. Aunque también es verdad que hay cantautores que cultivan la crítica y que lo hacen bien. Lo que ocurre es que habido otras formas musicales, como puede ser el rap, donde la rabia está canalizada de forma más directa.

-Vivimos actualmente tiempos convulsos en cuanto a la libertad de expresión se refiere.

-Vivimos tiempos peores al final del franquismo. Entonces era todo muy burdo. Ahora los métodos de acción hacia los cantantes son más sutiles. Pero sí, estamos en una época muy complicada porque entonces nos aplicaban la ley de vagos y maleantes y ahora nos aplican la ley mordaza y te pueden llamar terrorista por decir lo que piensas.