Por si alguien todavía no era consciente de ello, la gala de clausura del Festival de Cine de la capital aragonesa, dejó más que claro que Zaragoza es una ciudad de cine. No solo porque sea el eslogan de esta edición del certamen, ni porque los invitados lo repitieran hasta la saciedad, sino porque ayer, en la sala Mozart del Auditorio, se respiró cine por los cuatro costados. Y grandes como Daniel Monzón, Javier Fesser o el joven y tremendamente maduro Ricardo Gómez se rindieron ante un festival "lleno de humanidad, que permite sentir la emoción de la gente y donde se premia desde niños a primeras películas, que es lo importante, pues en esos primeros estadios es cuando más ilusión se necesita para seguir", decía Monzón, el director de películas como Celda 211 o la reciente El niño.

Monzón, por cierto, se mostró emocionado por recibir el primer Premio Augusto Ciudad de Zaragoza, pues confesó que se sentía aragonés "ya que mi padre es de Mora de Rubielos y en esa localidad comencé a soñar con hacer cine, pues fue mi padre el que me llevaba y alimentó a la bestia", y aseguró que este Augusto "va a ocupar un lugar especial entre los premios que tengo".

Fesser, de total actualidad con su Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo, recordó que ya participó en la primera edición del festival zaragozano, cuando era Festival de Jóvenes Realizadores, con su corto El secdleto de la tlompeta y ahora, 19 años después regresaba para recoger el Augusto del corto al largo viendo a todos "mucho más jóvenes, porque nos alimentamos de las historias que imaginamos, de las que cuentan otros y les damos forma, lo que es un privilegio". Fesser calificó de "valientes" a los organizadores del festival "pues a estos certámenes les debemos muchísimo, ya que mantienen vivo el vínculo del público y el cine".

Y Ricardo Gómez, el televisivo Carlos Alcántara de Cuéntame como pasó, que fue sin duda la estrella de la mañana (todos quería hacerse fotos con él) contaba así su experiencia de la gala de clausura: "Viendo esto, me entran ganas de ser de otro sitio que no sea Madrid, allí todo va muy rápido, pero cuando salgo a Andalucía o aquí, a Aragón, veo el amor que la gente tiene a su ciudad y a lo que hace, en este caso al cine; me gustaría hacer nacido en Zaragoza". Y, asumiendo que era la figura mediática de la mañana, también quiso dejar todo claro que "los focos te ponen donde te ponen, y a veces esas luces distorsionan, pero aquí se está a un objetivo que es fomentar el cine, y eso es lo importante hoy".

Más allá de reconocer a estas figuras consagradas (y a Telecinco Cinema por su apoyo al cine), la gala sirvió para premiar a los mejores trabajos presentados al festival, con un ganador, digamos numérico, como fue el aragonés Javie Macipe, que se llevó el premio al Mejor Corto Aragonés (Os meninos do rio) y Mejor Ópera Prima (Los inconvenientes de no ser Dios). Pero también para impulsar a los jóvenes realizadores, a los jóvenes de los institutos que comienzan a hacer cine y para reivindicar al séptimo arte de esta tierra, con directores como Miguel Ángel Lamata (quien en primavera rodará en Zaragoza su nueva película con Fele Martínez, Bárbara Lenie, Eduardo Noriega, Amaya Salamanca y Gabino Diego); Gaizka Urresti (montando su Bendita calamidad); Paula Ortiz (preparando La Novia e Ignacio Estaregui (de actualidad con Justi&Cia), quienes ofrecieron sus emotivas sensaciones de esta Zaragoza ciudad de cine.

Los actores de la Escuela Municipal de teatro en una coreografía de El Rey León, Nacho del Río cantando coplas de Nobleza baturra y otras, y el joven coro de niños del barrio de la Paz cantando piezas de Los niños del coro animaron un acto presentado por Susana Luquín y Jesús Nadador, quienes recordaron los rodajes en esta comunidad para que así confluyeran en el mismo acto (que no se supo si era por la mañana, por la tarde o por la noche, según quien hablaba) el pasado, el presente y el futuro del cine aragonés.