Según el último recuento de personas sin hogar que Cruz Roja Zaragoza realiza cada dos años, más de 120 personas duermen al raso en las calles de la capital aragonesa. Si a este dato se le suman las casi 350 personas que pernoctaban en los centros de acogida de la ciudad en la noche que se realizó este recuento (a finales del año 2016), se puede constatar que, hace año y medio, en Zaragoza carecían de una vivienda al menos medio millar de ciudadanos. A día de hoy, esta realidad ha variado poco. Y el año pasado, algo más de 500 usuarios pasaron por las instalaciones del centro San Blas para personas sin hogar.

Alrededor del 77% de las personas sin techo suelen ir cargadas permanentemente con sus únicas pertenencias en bolsas o bultos, pues no disponen de ningún lugar donde dejar sus objetos personales. Para atender esta necesidad, la Asociación para la Asistencia a Personas sin Techo en Aragón abría en marzo del 2012 el centro de día y consigna San Blas para personas sin hogar de Zaragoza.

El equipamiento cuenta con una consigna donde 124 usuarios sin techo pueden dejar sus enseres personales y disfrutar de un espacio de convivencia durante seis horas al día, así como de un desayuno por las mañanas y de una merienda-cena cuando recogen sus objetos por las tardes, antes de retirarse a pernoctar a la intemperie.

Asimismo, el centro San Blas pone a disposición de sus usuarios los servicios de ducha y lavandería, buzón de correos y recarga de móviles, además de ofrecerles derivaciones y acompañamientos, actividades de convivencia y comunicación y ayuda para la elaboración de currículos. Igualmente, les provee de material de pernoctación, ropa de abrigo y medicamentos sin receta.

El origen de este centro está indisolublemente ligado a la Parroquia de San Pablo. Ignacio Cendoya, su sacerdote, habilitó en su día una mesa de despacho en una capilla lateral del templo para atender a los ciudadanos necesitados que se iban presentando. Entre ellos abundaban las personas sin hogar, a las que frecuentemente les surgía la necesidad de dejar la mochila o sus pertenencias en la propia iglesia, para no tener que andar todo el día dando vueltas con ellas por la ciudad. Pero, obviamente, el secular templo mudéjar de San Pablo no era el lugar más apropiado para montar una consigna. Así que Ignacio empezó a buscar personas que le ayudasen a poner en marcha un lugar de acogida para las personas sin hogar, en el que también pudieran guardar sus pertenencias.

Estando el párroco inmerso en la búsqueda de un nuevo local, su camino se cruzó con el de Fernando Rodríguez Barrera, quien colaboraba con la Parroquia del Carmen y también venía dándole vueltas a la idea de atender al colectivo de los sin techo. Fue él quien sugirió hacer un servicio de consigna y un centro de día en el barrio del Gancho. Y a día de hoy sigue siendo el presidente de la entidad que se creó para materializar este sueño de Ignacio Cendoya.

Fernando y el propio Ignacio empezaron a buscar gente para hacer realidad aquella idea, a la que se fueron sumando voluntarios. Un voluntariado que, desde sus mismos orígenes, y en palabras del presidente de la asociación, sigue siendo «totalmente imprescindible» para el funcionamiento del centro San Blas. Todas sus actividades son desarrolladas por personal voluntario, a excepción de las que se son competencia de una educadora social contratada a tiempo completo.

Fueron Las Conferencias de San Vicente de Paul quienes cedieron gratuitamente el primer local donde su ubicó el centro San Blas, en el número 7 de la calle que le dio nombre. Pero la superficie de aquellas instalaciones resultaba insuficiente y, a mediados de febrero del 2016, el centro se trasladó a unos locales mucho más amplios, situados en el paseo Echegaray y Caballero, 24-26, donde hoy permanece.

La gran reivindicación de los responsables del Centro San Blas siempre ha sido «conseguir una vivienda digna para este colectivo sin techo», reclama Fernando Rodríguez. Pero, «mientras eso llega», el equipo de voluntarios no cejará en su empeño de tratar de «mitigar la dureza de este colectivo, atendiéndoles con nuestros medios». Ese objetivo se plasma en un enorme reto: conseguir pisos tutelados para los usuarios del centro. De ahí que, «actualmente, nuestra asociación esté empeñada en ampliar nuestra actividad a la gestión de esas viviendas», señala el presidente.

Ya han dado el primer paso en esa dirección con la adquisición de un primer piso. Y entre tanto llegan más, el centro San Blas permanecerá como siempre: abierto de par en par para las personas sin hogar, tal y como recalca Fernando, «todos los días del año de todos los años, desde el momento en que se creó».