Virginia Wolf escribe en Una habitación propia (1929), haciendo referencia a El pozo de la soledad, novela publicada el año anterior: «A Chloe le gustaba Olivia... No os sobresaltéis. A veces, a las mujeres les gustan las mujeres». Wolf pide calma aunque, a continuación, señala «el inmenso cambio» que esa relación representa: «Era quizá la primera vez que en un libro a Chloe le gustaba Olivia».

Mañana, 26 de abril, es el Día de la Visibilidad Lésbica. Han pasado 90 años llenos de avances: matrimonio igualitario, leyes LGTBI, políticas sociales, referencias culturales… Por tanto, ¿está todo logrado?

El 16 de abril estrenamos en YouTube la webserie Café Sin Leche. Se trata de la autoproducción de un equipo aragonés y mayoritariamente femenino, que cuenta la relación amorosa entre dos chicas, Robin y Álex, a partir de un primer encuentro algo incómodo (se conocen después de que Álex pase la noche con Gabi, compañero de piso de Robin y uno de sus mejores amigos).

Estos últimos días nos hemos sumido en el alegre ajetreo que acompaña a un estreno. Es alegre cuando un producto lleno de ilusión llama la atención de espectadores y prensa. «La primera webserie de temática LGTBQI aragonesa», nos han dicho; Lesbian Web Series, escribimos nosotras junto a los capítulos.

Y, de pronto, nos preguntamos: ¿Por qué es noticia una webserie con personajes LGTB? ¿Qué es una webserie lésbica? ¿Café Sin Leche lo es? En realidad, no. Desde un punto de vista teórico, nuestra webserie queda ligada al género de la comedia. Su temática, sin duda, el amor; después, la amistad y sus límites.

No queremos presentar a personajes determinados por sus preferencias sexuales, sino mostrar que estas no rigen sus amistades, conductas o conflictos morales. Y, sin embargo, nos descubrimos etiquetando nuestro producto… Por una clara razón: mal que nos pese, sabemos que es poco probable toparse con una serie protagonizada por dos mujeres enamoradas al buscar comedia romántica. Las hay, pero quien quiere ver una relación lésbica jugando un papel protagonista todavía tiene que explorar de un modo más concreto.

Cuando la falta de representación no obligue a nadie a teclear Lesbian Web Series; cuando nadie entienda qué es el síndrome de la lesbiana muerta; cuando no sea noticia -ni pueda determinar el futuro laboral- salir del armario… Las que nos dedicamos a ello seguiremos contando historias. Y volveremos a clasificarlas atendiendo a temas universales, como el amor, la amistad o los celos. Entonces diremos que Café Sin Leche es una comedia romántica y, si nos preguntan por nuestros personajes, los describiremos como extrovertidos o sagaces; y solo hablaremos de sus preferencias sexuales si determinan el conflicto.

Pero es que entonces ya no habrá Día de la Visibilidad Lésbica, ni cifras de mujeres trabajadoras que desaparecen en determinados ámbitos. Y, que Chloe se enamore hasta las trancas de Olivia en vez fijarse en John, no supondrá el más mínimo cambio. Para nadie.