Durante cinco días, antes de finalizar el 2017 y a unas horas de celebrar 24 años del alzamiento zapatista, tuvo lugar el segundo festival ConCiencias por la Humanidad, bajo el título Las ciencias frente al muro, celebrado en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. Convocados por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), científicos de diferentes nacionalidades reflexionaron sobre el papel de la ciencia libre, ciudadana y comunitaria, y para dar respuesta a preguntas sobre cómo construir una práctica científica para enfrentar la tormenta y los muros del capital. Ahí se dieron cita numerosas ponencias sobre agroecología, conocimientos tradicionales, transgénicos, medicina, geofísica…, centenares de asistentes nacionales y extranjeros y una amplia delegación de bases de apoyo zapatistas que, cuaderno en mano, tomaban apuntes para luego retornar a sus comunidades y transmitir los saberes adquiridos.

En las jornadas intervinieron representantes del Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del EZLN y el subcomandante insurgente Galeano (anteriormente conocido como Marcos).

El levantamiento del 1 de enero de 1994 se hizo coincidir con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, un acuerdo ahora en fase de renegociación. El balance ha sido de décadas de fracaso en casi cualquier indicador económico o social, y una escalada de narcoguerras y guerra del narco que han convertido al país en un estado fallido donde reina la impunidad (95 % de los crímenes no son investigados). El consumo y tráfico de estupefacientes están en el punto más alto de la historia. Grupos como los Zetas que, precisamente, tuvieron su origen en fuerzas contrainsurgentes formadas por EEUU e Israel para frenar a los zapatistas, disputan el monopolio de la violencia al Estado. Una situación que no es obstáculo para el crecimiento de las maquiladoras que atraen inversiones impávidas ante la muerte. La guerra contra el narco no puede entenderse como un fracaso y ofrece una forma revisada de mantener dinámicas de ocupación colonial (John Gibler, Morir en México).

El sub Galeano reflexionó en una de sus intervenciones sobre esta situación, calificó al crimen, en especial al feminicidio, como parte de la realidad mexicana, en donde los muertos dejan de tener nombres y pasan a ser cifras. El sistema capitalista ha convertido la muerte violenta en muerte natural. «El capitalismo es el crimen hecho sistema», señaló. «Ya no hay Estado, solo una banda de criminales amparados en una Ley de Seguridad Interior», afirmó. En resumen: un territorio anegado en sangre. Tanta, que las víctimas ya no tienen nombre, son solo números, índices estadísticos, notas de relleno en los medios de comunicación. Incluso cuando la sangre es de quienes, como ellas, trabajan de comunicadores. En México, ya se puede decir que alguien murió de muerte natural cuando es víctima de la violencia. Pero, como en las matanzas de Acteal, y en el asesinato y desaparición forzada de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa Guerrero Ayotzinapa, hay quien no se resigna, quien no se rinde, quien no se vende, y, con tierno empeño, persiste en la demanda de verdad y justicia. El Estado Nacional ha sido amputado en la etapa actual del capitalismo y lo que percibimos es el eco de su existencia. Hace unos días, Enrique Peña Nieto declaró que el 2017 fue un buen año para México. Al escucharlo decir esto, uno se pregunta si no es alguien a quien le han amputado no solo la vergüenza y la decencia, sino también la cabeza. «Ya no tiene cerebro, pero actúa como si lo tuviera», señala Galeano.

Al concluir el encuentro, las comandantas zapatistas aprovecharon para convocar el Primer Encuentro Internacional, Político, Artístico, Deportivo y Cultural de Mujeres que Luchan para marzo. Después, los zapatistas regresaron a las montañas del sureste mejicano para celebrar el fin de año y seguir construyendo en sus regiones, al margen de los programas sociales y campañas asistencialistas del Gobierno, su educación autónoma, su salud, su estudio de la tierra, justicia y democracia y organizados en juntas de buen gobierno bajo los principios fundamentales del EZLN de mandar obedeciendo y para hacer frente a los retos del capitalismo y neoliberalismo a los que se enfrentan con megaproyectos en las regiones (hidrocarburos, presas, minas…), el incremento del paramilitarismo y el narco en la región.