No es fácil medir los impactos de la educación para el desarrollo. Una evaluación eficaz requiere metodologías cuya aplicación y observación de resultados excede la dimensión temporal de los propios proyectos. Si lo que se pretende es generar solidaridad con los países empobrecidos, esto no puede apreciarse exclusivamente, por ejemplo, mediante encuestas realizadas después de las acciones u otros mecanismos de observación inmediata. Solo podrían ser apreciadas a lo largo de la vida de las personas sobre las que incidimos y tras diversos ciclos de proyectos.

Se exige una reflexión sobre las fórmulas adecuadas para medir la efectividad de los proyectos de educación para el desarrollo que realizamos las oenegés, incorporando a ella a las instituciones públicas que en general reducen la financiación de proyectos a un tiempo muy limitado en el que es imposible apreciar los cambios de valores que se pretenden. Nunca lo hemos perdido de vista, pero ahora mismo parece más urgente si pretendemos una mayor eficacia de esfuerzos y recursos; además, es una exigida responsabilidad social.