La economía social y solidaria se ha convertido en una alternativa real y sostenible tanto para las personas que quieren practicar un consumo responsable, como para aquellos emprendedores que apuestan por un modelo de negocio basado en criterios éticos, democráticos, ecológicos y solidarios. Un ejemplo de ello son las entidades que se dieron cita en la Feria del Mercado Social de Aragón, el pasado sábado en Zaragoza, para mostrar al público que comprar de otro modo es posible, como también lo es producir y trabajar para generar un impacto positivo en el medio ambiente y en la sociedad en general.

En esta octava edición de la feria, que se realizó por primera vez en la plaza del Pilar, participaron más de 60 entidades de economía social y solidaria del territorio aragonés. Cooperativas, empresas de inserción, centros especiales de empleo, asociaciones, fundaciones, empresas de comercio justo y de alimentación ecológica que acercaron a la ciudadanía sus propuestas para un consumo consciente, responsable y transformador.

Una jornada en la que, además de numerosos puestos donde se pudieron conocer de primera mano los servicios y productos que la economía social y solidaria ofrece, también se desarrolló un amplio programa de talleres gratuitos, demostraciones, degustaciones, actividades infantiles, teatro y conciertos.

«La economía social y solidaria pretende cambiar el tipo de relaciones económicas de la sociedad en la que vivimos, es una economía transformadora en la que las personas ocupan un lugar central por delante del beneficio económico y la competitividad», explica Daniel Rabanaque, coordinador de comunicación del evento, organizado por la Red de Economía Alternativa Solidaria (REAS) de Aragón y la Cooperativa del Mercado Social de Aragón (MesCoop), con la colaboración del Plan Integral del Casco Histórico (PICH) y el Ayuntamiento de Zaragoza.

Según Rabanaque, una prueba del interés que despierta la economía social y solidaria es que cada vez hay más consumidores interesados en este tipo de productos y servicios, lo que se traduce en un incremento de los visitantes de la feria año tras año, pero también que «grandes empresas de economía capitalista, europeas y multinacionales, que no se habían planteado ninguna serie de principios de actuación, están trabajando o mostrando interés por la economía social a través de su RSC».

Reformas y funerales

Desde su nacimiento, la economía social y solidaria ha buscado cerrar el circuito económico completo y, en el caso de Aragón, este objetivo se está alcanzando poco a poco. Asesorías, alimentación ecológica, textil, diseño, comunicación, paquetería y transporte sostenibles, finanzas éticas, construcción, restauración, ocio, cultura, educación, asesoramiento, energías renovables o comercio justo fueron algunos de los sectores productivos representados en la feria alternativa.

Entidades que llevan tiempo en la economía social y solidaria compartieron espacio con propuestas de reciente creación, algunas de ellas con conceptos de negocio muy innovadores, ya que «la innovación forma parte de la economía social y solidaria, tienes que estar todo el tiempo reinventándote», explica Iván Fernando, socio de Aupro, una cooperativa de arquitectura e ingeniería que realiza proyectos y reformas bajo criterios ecológicos y medioambientales.

Como empresa de servicios, participar en la feria les aporta sobre todo visibilidad. «Es un día de conocer clientes, de establecer contactos e incluso crear redes con otras entidades de la feria que están relacionadas con nosotros», explica.

Además de las empresas de servicios, otros de los lugares más visitados eran los stands de venta de productos, donde se podían adquirir desde prendas de ropa reciclada o hechas con materiales ecológicos, a artículos éroticos, pasando por cuadernos y libretas serigrafiados, cosmética, cerámica o productos de comercio justo.

Para el taller de carpintería creativa La Termita, esta era su segunda feria como entidad invitada. «Trabajamos sobre todo por encargos, desde una foodbike que es lo último que hemos hecho, a muebles de cocina o estanterías. También damos cursos para la gente que quiere aprender a trabajar la madera», cuenta Blanca Guzmán, una de sus responsables.

Sin ser propiamente una empresa, los principios de esta asociación están muy cercanos a la economía social y solidaria. «Nuestra apuesta es hacer productos que duren, reaprovechar los materiales que podamos y utilizar materiales ecológicos tratando de prolongar al máximo la vida de los objetos», detalla Guzmán.

Una de las entidades que debutaban por primera vez en la Feria del Mercado Social era Dhumana, una cooperativa de celebraciones humanistas «para todas aquellas personas que no están comprometidas con ninguna confesión y no quieren un funeral religioso», explica Cristina París, una de sus socias.

Solo lleva unos meses en funcionamiento, pero desde el principio han tenido claro por qué querían ser una empresa de economía social. «Optamos por este modelo porque somos una empresa en la que todo el mundo tiene la misma voz y el mismo voto, que reparte los beneficios equitativamente y con un compromiso social que encaja perfectamente con la visión humanista del servicio que ofrecemos», destaca Jaime, otro de sus socios.