La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo. Esta frase, enunciada por Nelson Mandela, supone una verdadera declaración de principios para las oenegés de desarrollo y otras entidades y movimientos sociales que creemos en la educación como una herramienta de transformación social.

Bajo esa premisa, nos sentimos corresponsables en esta tarea de educar para transformar y generar una ciudadanía global crítica, activa y comprometida en la construcción de una sociedad solidaria, justa y equitativa, siempre desde la participación ciudadana. Esta tarea y este enfoque es lo que denominamos Educación para el Desarrollo y la Ciudadanía Global (EpDCG).

En la búsqueda y construcción de está ciudadanía global, la educación alcanza una enorme importancia transformadora porque incide directamente en nuestra sociedad a través de la concienciación de la población sobre los problemas que nos afectan, y propone el compromiso y la acción activa y creativa. El propósito es conseguir un mundo con equidad socioambiental, donde humanos y naturaleza sean sujetos de derechos y, por tanto, que el fin último de toda acción económica, política, cultural y social sea el cuidado y la sostenibilidad de la vida.

En un contexto de creciente complejidad comunicativa, este protagonismo ciudadano y su movilización solo puede articularse en forma de red, mediante la generación de nuevas estructuras y prácticas de participación social orientadas a la transformación. La creación de estas redes, fortaleciendo lazos y facilitando acciones comunes, se convierte así en un principio básico de la Educación para el Desarrollo y la Ciudadanía Global.

¿Y qué entendemos por una ciudadanía global? Según explica Zygmunt Bauman, «en este mundo globalizado en el que estamos inmersos, hoy vivimos más cerca que nunca el uno del otro, compartimos más aspectos de nuestras vidas que nunca, y se hace cada vez más evidente nuestra dependencia mutua. Una dependencia que apela a la responsabilidad ética frente a un mundo falto de cohesión y pleno de injusticias».

La clave central de la ciudadanía global pone la mirada en la necesidad de interconectar el desarrollo de la dimensión personal con la social, lo micro con lo macro, lo local con lo global.

Desde el enfoque de la Educación para el Desarrollo y Ciudadanía Global se quiere promover una ciudadanía que sea consciente de la amplitud y de los desafíos del mundo actual. Que esté compuesta por sujetos con dignidad, obligaciones y derechos. Que sea corresponsable y se indigne con las injusticias y defiende los Derechos Humanos. Que contribuya a crear una ciudadanía activa que combate la desigualdad a través de la redistribución del poder, las oportunidades y los recursos. Se quiere promover una ciudadanía que respete y valore la igualdad de género y la diversidad identitaria. Que conozca y difunda las relaciones económicas, políticas, ambientales, etc. Y que participe y se comprometa en lo local y en lo global.

En definitiva, una ciudadanía que se comprometa a cambiar y transformar este mundo y esta sociedad en la que vivimos, desde lo local y con pequeños pasos y gestos. Porque, como decía Eduardo Galeano, «mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo».