-Cuando era un estudiante de INEF, ¿ya pensaba dedicarse a la cooperación?

-En absoluto. De hecho, he aprovechado estos días para acercarme a la universidad, a Huesca, para ver si les interesa dar a conocer este mundo. Porque, cuando yo estudiaba, no me mencionaron en ningún momento el Deporte para el Desarrollo, que es como se denomina esta área.

-¿Cómo llegó a dedicarse a esto?

-Fue de casualidad, a través de una amiga que me envió una oferta de trabajo para la Fundación Real Madrid en el centro penitenciario de Zuera. Me gustó lo que hacía y empecé a investigar por mi cuenta. Descubrí que esta fundación, por ejemplo, tiene escuelas sociodeportivas por medio mundo, en países con determinados problemas sociales. Luego conocí al padre Chiqui Mantecón (jesuita aragonés que trabaja en Perú) y ahí conecté con este mundo.

-Y tres años después…

-Me dedico a un trabajo que es duro, pero muy gratificante. De momento, seguiré en Paraguay hasta final de año, y después, partiré rumbo a otro país. Si puede ser dentro de Fútbol Más, mejor.

-Fútbol Más es la oenegé en la que actualmente trabaja. ¿Cuál es su misión?

-Su misión es promover la resiliencia en niños y niñas dentro de comunidades en contexto de vulnerabilidad en Latinoamérica, el Caribe y África. Entendemos la resiliencia como la capacidad que tiene el ser humano de sobreponerse a la adversidad, y salir fortalecido de ese proceso.

-La oenegé es chilena pero trabajan en más sitios. ¿En cuántos países?

-Estamos en siete países: Chile, Ecuador, Haití, México, Paraguay, Perú y Kenia, donde trabajamos con aproximadamente 5.500 niños y niñas de 87 comunidades diferentes

-¿Están pensando en traer sus proyectos a España?

-A España no. Pero sí que estamos postulando a fondos para trabajar en Francia con los refugiados. Sería algo muy interesante porque supondría dar la vuelta al mapa de la cooperación, que históricamente ha sido norte-sur, o sur-sur. Y ahora sería sur-norte.

-¿Y en qué trocito del sur trabaja usted?

-En Asunción. La abraza el río Paraguay, y hay un fenómeno cíclico de crecidas que afecta a las poblaciones de la ribera, de ahí el nombre del sector en la que trabajamos, Los Bañados. Estamos en dos colegios y dos comunidades de la zona. A finales del 2015 sufrieron una de las tres crecidas más grandes de la historia, y hubo 100.000 personas desplazadas. Las plazas de la ciudad se llenaron de campamentos. Ahora, cuando me vine a España, empezaban las primeras lluvias y ya habían empezado otra vez a desalojar a las primeras familias.

-¿Qué tienen en común los barrios donde intervienen, a pesar de pertenecer a países tan distintos entre sí?

-Suelen ser barrios con un fuerte contexto de vulnerabilidad. Cada intervención tiene sus particularidades, pero también los problemas genéricos de este tipo de comunidades en Latinoamérica: pobreza, consumo de drogas, ausencia de servicios públicos, el Estado no está muy presente, violencia familiar, violencia en las calles, delincuencia…

-’Valorando lo positivo transformaremos la realidad’ es el lema de la tarjeta verde, uno de sus emblemas. ¿Cómo tratan de llevarla hasta contextos tan adversos?

-Buscamos generar espacios protegidos para el desarrollo de la infancia, y para ello nos valemos de las canchas de los barrios, que muchas veces son el epicentro de socialización de la comunidad. Hacemos talleres sociodeportivos y una de nuestras banderas para llevar la felicidad a los barrios es esa tarjeta verde. En el fútbol siempre se han usado las tarjetas rojas y amarilla, que se enfocan en el síntoma del problema. Nosotros estamos convencidos de que los niños tienen un enorme potencial, siempre y cuando reciban los estímulos apropiados. Uno de ellos es el refuerzo positivo. Y ante todas las conductas que queremos reforzar, mostramos la tarjeta verde: guardar silencio cuando habla el profesor, ayudarle a recoger el material, ayudar a un compañero a levantarse cuando se cae… Y, cuando hay un gol, lo tiene que celebrar todo el equipo; si no, no vale; si la celebración es creativa, tarjeta verde también. Y, poco a poco, empiezas a generar esa mirada positiva en la comunidad, que te lleva a barrios más felices en Latinoamérica.

-También intervienen en situaciones de emergencia.

-Sí. Tras el terremoto de Ecuador, Fútbol Más intervino en la provincia de Manaví. Ahí, los factores de resiliencia eran clave para la resignificación del trauma, y el fútbol ayudó a los niños a hacerlo. O en Haití, también tras su terremoto. Ahora también vamos a tener una intervención tras los incendios que ha habido en Chile, que han devastado poblaciones enteras.