NACIDA EN 1979, EN MADRID, ES LICENCIADA EN SOCIOLOGÍA

DESDE HACE MÁS DE DIEZ AÑOS ES MILITANTE DE IZQUIERDA CASTELLANA

ACTÚA EN DIVERSOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y PLATAFORMAS POLÍTICAS EN MADRID

PARTICIPÓ EN LAS JORNADAS ´FEBRERO FEMINISTA´, QUE SE CELEBRAN EN ZARAGOZA HASTA EL PRÓXIMO 8 DE MARZO, CON LA CHARLA ´TRIPLE OPRESIÓN´.

-- Usted habla de una triple opresión: de clase, de género y de nación. ¿De qué manera nos condiciona en nuestro modo de ser personas?

-- Lo principal es el punto de partida, aceptar que existe esa triple opresión. Muchas veces, dentro de la propia izquierda, solo se tiene en cuenta o bien el discurso feminista, o bien el de la liberación nacional, o solo el discurso obrerista en cuanto a la cuestión de clase. Y es necesario interrelacionarlos, sobre todo porque los tres se unen de una manera específica, y ya no son tres opresiones por separado sino que las tres unidas crean una nueva identidad de opresión. Un ejemplo muy concreto sería la última reforma de las pensiones.

-- Y esa triple opresión, ¿Nos condiciona a la hora de relacionarnos con los demás?

-- Sí, porque existen unos patrones universales que se dan por hechos. El valor universal es ser hombre, blanco y heterosexual. Y en el caso del Estado español, se reprime o no se tiene en cuenta a otras nacionalidades. Por ejemplo, en cuanto a la lengua o a cuestiones culturales. Y en el día a día, lo que a nivel de educación informal transmiten las madres a sus hijos o en el colegio, se reproducen una serie de valores universales de ese varón blanco y heterosexual.

-- Y raíz de ese patrón, ¿se configuran todas las relaciones?

-- Eso es. Y sin embargo, por debajo de ese patrón universal, queda toda la realidad. Y sobre todo, quedamos ocultas las mujeres, las lesbianas, los gays, los negros o los inmigrantes, que aparecemos de una manera invisible o manipulada.

-- La opresión de género, ¿la sufren de igual modo las distintas clases sociales?

-- No. Por eso es importante interrelacionar los tres elementos. A menudo, dentro del feminismo también se ha reproducido este patrón universal. Si bien se tiene en cuenta a las mujeres, solo a las de clase media y alta y a las blancas. Quedan fuera las inmigrantes, las transexuales, las lesbianas, las mujeres de clase baja. Vuelven a quedar invisibilizadas. Porque no vive la misma realidad la Reina Sofía que una mujer rural de Castilla.

-- ¿Se puede romper con la opresión de género sin romper con las de clase o nación?

-- No, porque esas tres opresiones son como la Santísima Trinidad. Son tres en una. Por eso es tan importante interiorizarlo. Muchos discursos anticapitalistas no tienen en cuenta el patriarcado o la opresión nacional. Si se quieren lograr transformaciones es necesario integrar los tres discursos desde ya.

-- Usted ha puesto como ejemplo de esa triple opresión la reciente reforma de las pensiones. Incluso ha escrito que es otra forma de violencia de género. ¿Por qué? ¿No afecta por igual a todos?

-- No. Hay un antes y un después. Hay un antes de la reforma, que es la desigualdad de género. En el mercado laboral, las mujeres sufren más temporalidad, más precariedad, más economía sumergida- Y no nos relacionamos en igualdad con los hombres en el mercado laboral porque fuera de él, en el reparto más amplio de tareas, también son las mujeres las que cargan con la mayor parte de la economía del cuidado: maridos, hijos, familiares dependientes-

-- En los países con un menor grado de desarrollo económico, ¿condiciona más esa opresión de género?

-- Sí. Esto es también una expresión de cómo es necesario interrelacionar más los tres conceptos: territorio, clase y género. No se puede generalizar, pero suele haber una cultura machista mucho más arraigada en algunos de estos países. Se da una violencia mucho mayor sobre las mujeres, que sufren aún mayores cargas de trabajo productivo y de cuidados.