-¿Qué le llevó a Bolivia?

-Siempre había querido hacer un voluntariado. Cuando volví a España después de casi 8 años viviendo en Inglaterra, y antes de empezar mi nuevo trabajo, decidí tomarme un tiempo para poder hacerlo. Busqué distintos proyectos y el que más se ajustaba a mi perfil era uno de comunicación medioambiental en una radio local en Cochabamba, Bolivia, a través de una oenegé inglesa. Además, también trabajé en el Centro de Acogida Temporal para Personas con Discapacidad (CADT), un centro para niños y niñas con necesidades especiales y sin recursos.

-¿Cómo surgió el proyecto es BoLIVE!a - Palabras de Colores - Asociación Alegría en Cochabamba?

-Al regresar de mi estancia como voluntaria me quedaban muchas preguntas sin respuesta acerca del funcionamiento de la cooperación internacional, así que decidí estudiar un Postgrado en Cooperación Internacional en la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona. Entonces quise hacer algo más por los niños del CADT. Ese verano volví a Cochabamba pero antes lancé una colecta en Facebook con la idea de recaudar 500 € para invertirlos en alguna necesidad del centro, pero recaudé bastante más y planteamos contratar a una fonoaudióloga que ayudase a los pequeños a comunicarse para así facilitar su escolarización. Nuestra asociación financiaría el contrato durante un año y, si se demostraban resultados, la gobernación se comprometía a asumirlo después.

-¿Cómo funciona el Centro de Acogida Temporal para Personas con Discapacidad de Cochabamba?

-El CATD es un centro de acogida para niños y niñas hasta 18 años con multidiscapacidad y en situación de riesgo o abandono. Cuenta con un equipo interdisciplinar que brinda atención en diferentes áreas (medicina, enfermería, psicología, pedagogía, fisioterapia, trabajo social y apoyo legal) con la finalidad de lograr el desarrollo de sus capacidades máximas y su inclusión social. Además, puede recibir el apoyo temporal de voluntarios tanto locales como internacionales. El centro, con financiación pública, acoge actualmente a 19 internos en las modalidades de residencia permanente o temporal y de centro día, donde se apoya a familias de escasos recursos para posibilitar el trabajo de los padres mientras sus hijos reciben apoyo integral, evitando el abandono.

-Si el centro es público, ¿por qué requiere de la ayuda de entidades privadas?

-El presupuesto que destina el Gobierno no es suficiente. Estos menores requieren atenciones especiales, y mayoría son huérfanos o han sido abandonados, y están en una situación de vulnerabilidad extrema.

-¿Cuál era la situación del centro cuando usted lo conoció?

-Cuando llegué, en el 2011, la situación era muy desalentadora. Había casi el doble de niños en el mismo espacio, que era insuficiente. El centro estaba en malas condiciones, no tenía el suelo asfaltado, tenían escasez de ropa y pañales, no había agua caliente, los niños tenían que compartir colchones, apenas había cuatro armarios y las sillas de ruedas eran viejas y estaban rotas. Era desolador. Afortunadamente, la situación ha mejorado mucho, se instalaron tanques de agua caliente, se embaldosó el suelo, se reformaron las habitaciones, se saneó el centro y se pasó de no tener ningún interno escolarizado a estarlo la mayoría.

-¿Cuál es la situación de la atención a la discapacidad en Bolivia?

-Con recursos económicos, la atención a la discapacidad en Bolivia actualmente es bastante buena, con profesionales adquiriendo mayor especialización y una ley aprobada a finales del año pasado para dar estabilidad laboral a personas con discapacidad. Sin embargo, los niños y niñas del CADT necesitan mucho apoyo y estimulación para poder valerse. El mayor problema es que este centro acoge a una población de niños y niñas que han sido abandonados o están en riesgo de abandono, y por lo tanto no tienen absolutamente nada. Tienen en común su situación personal, que precisamente les imposibilita el acceso a la atención especial que necesitarían. En Cochabamba es el único centro que existe de estas características, aunque sí se complementa con el nuevo centro María Cristina, que acoge a una población más adulta. Ahora, el nuevo proyecto de los servicios sociales regionales impulsará la convivencia de los dos centros y podrá ofrecer una mejor atención a todos los internos.

-¿En qué situación o circunstancias llegan estos niños al centro?

-La mayor parte de los niños han sido abandonados o están en riesgo de abandono. Muchos de ellos han sufrido malos tratos. Pero también hay niños procedentes de familias sin muchos recursos que sí viven con sus padres pero pasan los días en el centro mientras los progenitores trabajan.

-El centro acoge a menores. ¿Qué ocurre cuando los usuarios cumplen la mayoría de edad?

-Hasta ahora se les derivaba al centro Maria Cristina, de similares características pero con una población más adulta. Ahora, tras la fusión y reubicación de los dos centros, que ya está planficada, no será necesario. En función de la evolución de los niños también se puede considerar la derivación a otros centros.

-¿Cómo se financia su asociación?

-Este proyecto ha sido y es posible gracias a la generosidad, solidaridad y energía de un grupo de gente maravillosa que mediante sus donaciones, su tiempo y sus ideas están consiguiendo cambiar un poco la vida de estos niños. La mayor parte de ellos son amigos, familiares y conocidos nuestros que han decidido colaborar con el proyecto. También hemos llevado a cabo distintas actividades con el objetivo de recaudar fondos: una cata de vino con la colaboración de Dibodegas, que nos envió el vino totalmente gratis; mercadillos de segunda mano; venta de calendarios hechos con dibujos de los niños; y alguna donación de parejas que el día de su boda han decidido regalar solidaridad a sus invitados, o de una pareja amiga nuestra, que ganó un premio con la escritura de un cuento y lo donó al proyecto. Todo el dinero recaudado se invierte en el centro y mediante un grupo de Facebook (https://www.facebook.com/groups/palabrasdecolores/) intentamos manteneos informados de todo lo que pasa. Cada año volvemos a Cochabamba, regresamos al centro y, en función del presupuesto que tengamos, decidimos cómo lo invertimos.