Las oenegés tienen una estructura de propiedad muy particular, pues no existen propietarios en sentido estricto, sino socios o patronos. Incluso otros partícipes o grupos de interés (stakeholders) asumen diversos riesgos en la organización y actúan determinantes de su supervivencia y éxito a largo plazo. Es el caso de donantes o financiadores, voluntarios, gestores, colaboradores, beneficiarios, etc.

Para conseguir legitimidad, la organización se ve en la obligación de ser responsable y rendir cuentas de las acciones que lleva a cabo ante múltiples stakeholders.

De acuerdo con Ebrahim (2003), la rendición de cuentas no es solo una respuesta reactiva a los supervisores, sino también un elemento proactivo, que permite a la organización aprender y mejorar para asegurar que se está respondiendo a la confianza del público. Por ello, la gestión de las oenegés ha de orientarse a dar respuesta a las expectativas generadas respecto a su papel en la sociedad, siendo capaz de contribuir al desarrollo social y a la vertebración de esta última, promocionar la participación de las personas y grupos.