Hace cuatro décadas que Cruz Blanca iniciaba su andadura en Aragón para acoger a enfermos y a los más vulnerables a través de sus Casas Familiares. Pero, a pesar del ingente trabajo llevado a cabo por los hermanos y los voluntarios, pronto se iba a considerar indispensable no limitarse solo a la labor desarrollada en dichas Casas Familiares, para aproximarse a las necesidades de personas y familias del entorno más cercano. Por eso se creó la Fundación Cruz Blanca, ampliando la red asistencial allí donde fuera necesario, y acudiendo a los espacios de vulnerabilidad y exclusión.

De inicio, la fundación asumió el programa dirigido a personas altamente vulnerables a la exclusión y la violencia, como son aquellas que ejercen la prostitución, las víctimas de trata de personas con fines de explotación sexual, personas seropositivas, mujeres víctimas de violencia de género, personas inmigrantes en riesgo o situación de exclusión social... Actualmente, Cruz Blanca está presente en 14 comarcas y las tres capitales aragonesas, permitiendo el acceso a los recursos sociales y sanitarios a los residentes en el área rural.

Pero, si algo ha caracterizado la labor de la Fundación Cruz Blanca durante toda su andadura, es su capacidad de adaptación a las necesidades de la sociedad en cada momento. Por eso no es ajena a la crisis ni al considerable aumento del número de hogares aragoneses en situación de vulnerabilidad. Ante esta situación se ha trazado un programa de atención integral centrado en el apoyo a familias y personas que carecen de ingresos económicos, y que en muchas ocasiones se sitúan al borde de la emergencia social.

Con este programa se garantiza el acceso a la alimentación y los productos de primera necesidad y a la sanidad, promoviendo las capacidades personales y habilidades sociales de los usuarios y familias, para que se favorezca así su integración efectiva en la sociedad a través del seguimiento de distintos itinerarios de incorporación. Estos itinerarios pueden contemplar medidas formativas, sociales y motivacionales para la adquisición de unas competencias básicas que contribuyan a posicionar mejor a las personas; pero también se contemplan medidas residenciales con los pisos de la red de vivienda de incorporación, y medidas económicas y materiales como son las ayudas de urgencia, destinadas básicamente a contribuir al pago del alquiler, pero también para aliviar casos de pobreza energética o para material escolar y sanitario, y que el pasado año recibieron un millar de familias aragonesas. Un itinerario que podemos resumir perfectamente con el lema de Cruz Blanca: familia que acoge, acompaña y transforma.

En definitiva, Cruz Blanca trata de adaptarse cada día para convertirse en un elemento transformador de la sociedad, con la participación activa del voluntariado para fomentar una sociedad más igualitaria y con más oportunidades para todos.