En principio, podría parecer que una oenegé de desarrollo especializada en la lucha contra la desnutrición y un festival de arte urbano no tienen nada que ver. Sin embargo, cuando una expresión artística se pone al servicio de la sensibilización de la sociedad, el efecto del mensaje se multiplica. Así lo entienden en Acción contra el Hambre, y también desde la organización del zaragozano Festival Asalto, que el año pasado emprendieron una cooperación que fue tan fructífera, que este año estaban deseos de repetirla.

Fruto de esta colaboración, Raquel Magaña, gestora de la delegación en Aragón de esta oenegé internacional, y Alfredo Martínez y Sergio Beltrán, dos de los organizadores del festival, acaban de regresar de un viaje a Senegal que ha servido, entre otras cosas, para preparar más acciones conjuntas de sensibilización, dentro del proyecto Arte Urbano contra el Hambre, una continuación del que ya emprendieron juntos en el 2016, ambos financiados por el Ayuntamiento de Zaragoza.

«El año pasado ya desarrollamos nuestra primera colaboración con el Festival Asalto, y este año vimos la necesidad de unir esos trabajos de sensibilización con los proyectos que tenemos sobre el terreno», explica Raquel Magaña. El viaje que acaban de realizar «surgió de la necesidad de hacer visible aquí el trabajo que se estaba realizando con el Ayuntamiento de Zaragoza en Senegal».

Durante su periplo, pudieron conocer de primera mano los trabajos humanitarios financiados por el consistorio zaragozano en la región de Matam, y el contexto humanitario de esta árida región. «Queríamos que la gente de Asalto que colabora con nosotros pudiera ver sobre el terreno los proyectos. Porque, al final, los creativos y los que desarrollan las acciones de sensibilización son ellos, y necesitábamos que esa realidad les llegara».

Otro de los objetivos del viaje fue conocer de cerca a diferentes artistas y artesanos senegaleses para, de entre todos ellos, seleccionar a uno que, posteriormente, colaborá en Zaragoza durante la celebración del Festival Asalto, en septiembre. Todo este proceso ha quedado registrado en un documental, que se estrenará más adelante.

Pero, ¿cómo nació esta colaboración entre Asalto y Acción contra el Hambre? «Surgió como surgen muchas veces estas cosas, conociéndonos las personas y descubriendo que nos gustaba cómo trabajábamos cada uno. Ahí empezó una amistad que dio fruto a la colaboración que hemos tenido en estos dos años», apunta Sergio Beltrán, miembro de la organización del festival.

«Lo que ellos iban buscando eran unas actividades de sensibilización para contarle a la gente qué es lo que está pasando fuera de nuestras fronteras, en este caso, concretamente, en Senegal», prosigue Beltrán. «Y, especialmente, se pretendía llegar a los jóvenes, para que tomen conciencia de que no es tan fácil para todo el mundo poder llevar un móvil en el bolsillo o comprar un botellín de agua en una tienda cuando tenemos sed, o abrir la fuente del parque de debajo de nuestra casa».

Así que en Asalto pusieron a disposición de la oenegé sus mejores armas. «¿Qué mejor manera de hacer esa sensiblización, en vez de con un discurso, que parece más pesado para el público al que nos dirigimos, que con una actividad cultural y dinámica como las que hacemos en los talleres del Festival Asalto?», plantea Sergio Beltrán. «Introduces estos problemas y, encima, los chavales se divierten y dibujan cosas que ellos se imaginan, como puede ser el superhéroe que termina con el hambre en el mundo, y otras mil cosas que a los niños les pasan por la cabeza. La diversión les hace asimilar una cosa tan dura como las situaciones que hemos vivido estas semanas atrás en Senegal».

Raquel Magaña coincide plenamente en la importancia del arte, y más concretamente del urbano, como vehículo de transmisión del mensaje que la oenegé quiere trasladar a los jóvenes, «y que siempre es en positivo -puntualiza-, y es que somos la generación capaz de acabar con el hambre». De ahí el nombre genérico del proyecto que, como el arte urbano, combina sin complejos el español y el inglés: Generación No Hunger (sin hambre en la lengua de Shakespeare).

«El arte nos facilita transmitir mensajes. Antes lo hacíamos únicamente a través de una charla o una exposición de fotos. Pero el arte urbano, además, nos permite que los jóvenes participen activamente en la acción», destaca. Y esto es «más efectivo porque, el ponerse a participar, les obliga a realizar una reflexión sobre lo que han estado leyendo y escuchando. Y, al ser algo participativo y divertido, creemos que es una forma más amena de llegarles a los jóvenes», concluye.

La colaboración de este año entre Acción contra el Hambre y Asalto ya dio sus primeros frutos el pasado mes de mayo, en la feria Solidarizar 2017 de solidaridad para jóvenes, donde se organizó un taller de graffiti.

La siguiente acción conjunta se celebrará esta misma tarde, en el local de artesanía Se ha hecho trizas, situado en la calle San Agustín, número 2.

Se trata de un taller de ilustración en cerámica, en el que se contará con la participación de cinco ilustradores de Zaragoza: Erica con C, Harsa, José Antonio Bernal, Álvaro Ortiz y Antonio Santos. «Han sido invitados por Asalto para que, cada uno con su estilo -señala Sergio Beltrán-, plasme lo le inspire la charla que les vamos a ofrecer sobre los proyectos que desarrolla Acción contra el Hambre y sobre la experiencia del viaje a Senegal. Sus obras se plasmarán sobre unos boles de cerámica, similares a los que se usan para servir la comida en los proyectos humanitarios».

La próxima acción, denominada Diorama, contará con la participación del colectivo La Fábrica y será en septiembre, dentro del Festival Asalto.