Las tallas que salen a la calle en 53 procesiones, más de 16.000 cofrades y sonidos como el de los tambores y las carracas hacen de la Semana Santa zaragozana un evento único en el mundo. Pero más de siete siglos de historia dan de sí para que arraiguen muchas tradiciones, y estas no se reducen al ámbito litúrgico ni a comer torrijas. La Semana Santa de Zaragoza también reserva un espacio para la solidaridad.

Desde hace nada menos que 375 años, la semana de Pasión es también el momento del año elegido por la anta y Real Hermandad de Nuestra Señora del Refugio y Piedad para apelar a la caridad de los zaragozanos. La cuestación de Jueves Santo es una de las principales vías de financiación de esta institución que, desde 1642, ofrece techo y comida a los transeúntes. «Pedimos un día pero ayudamos los 365 días del año», señala Ramón López Picazo, adjunto al hermano mayor y responsable de protocolo y relaciones institucionales de la hermandad.

Y ese día es mañana, Jueves Santo. El Refugio instalará mesas petitoras en las calles Don Jaime, Alfonso y San Miguel, en el Paseo Independencia, en la avenida César Augusto y en la plaza España, con horario de diez de la mañana a dos de la tarde. Otras tres mesas, instaladas en la plaza Sas y en los paseos Independencia y Echegaray, contarán por primera vez con horario ampliado de diez de la mañana a diez de la noche. Además, en 55 parroquias zaragozanas, todo aquel que quiera entregar su donativo lo podrá hacer de cuatro a ocho de la tarde.

La ampliación del horario de otros años responde a la merma de más de 50.000 euros que se produjo el año pasado con respecto a la recaudación del 2016. Y es que la Campaña de Semana Santa del Refugio siempre se había desarrollado a lo largo de dos días. Pero desde el año pasado, y por orden del Papa, todo lo que recaudan las parroquias en Viernes Santo se destina a los Santos Lugares.

Pero, a pesar de la mejoría de todos los indicadores macroeconómicos de España en los últimos años, los ingresos de Jueves Santo «siguen siendo un pilar muy importante para nuestra labor», afirma Ernesto Millán, gerente del Refugio. «Nosotros seguimos atendiendo al mismo número de gente que durante los peores años de la crisis», añade. Aunque «sí que ha bajado el número de españoles atendidos, se ha mantenido la cantidad de personas extranjeras».

Lo que sí han venido observando los responsables de esta institución en los últimos años es que la pobreza «se está cronificando», sostiene Millán. Un buen ejemplo que ilustra esta situación son las ayudas alimentarias que ofrece el Refugio a los hogares necesitados. «El año pasado repartimos 17.200 kilos de comida más que en el 2016. Y, sin embargo, atendíamos a 133 familias menos». Es decir, que si bien hay personas que están saliendo de una situación de extrema necesidad, quienes tenían poco ahora tienen todavía menos.

«El Refugio nació en 1642 para atender a las personas que ya por aquel entonces vivían en las calles de Zaragoza. Lamentablemente, 375 años más tarde, nuestra labor sigue siendo necesaria», reflexiona Ramón López. «El monosílabo ‘no’ nunca ha existido en esta institución. Tenemos claro que no está en nuestras manos solucionar los problemas de aquellas personas que se acercan hasta nosotros pidiendo ayuda. Pero te aseguro que hacemos todo lo que está en nuestras manos para paliarlos», sostiene el adjunto al hermano mayor, haciendo una auténtica declaración de intenciones.

Por los transeúntes a los que se presta servicio de alojamiento, alimentación y lavandería; por los bebés que se alimentan gracias al programa La Gota de Leche; por los niños de familias desfavorecidas que acuden a la guardería o las colonias del Refugio... Por todos ellos, este Jueves Santo, ayúdales a ayudar.