El año 2016 se cerró con cerca de 108 millones de personas que tenían un elevado riesgo de padecer o sufrían ya de inseguridad alimentaria aguda severa, según el Informe mundial sobre crisis alimentarias 2017 publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (mundialmente conocida como la FAO). Y, en lo que va del 2017, la situación no ha hecho sino empeorar.

En estos momentos, «cuatro grandes crisis alimentarias» se ciernen «sobre el tablero internacional: cuatro países al borde la hambruna, con la mano del hombre como denominador común en todas ellas», declara Olivier Longué, director general de Acción contra el Hambre.

Sudán del Sur, Somalia, Yemen y el noreste de Nigeria son las zonas más azotadas, pero no son las únicas. Según el citado documento de la FAO, publicado en Bruselas el pasado 31 de marzo, otros países que requieren asistencia a gran escala debido a la inseguridad alimentaria generalizada son Irak, Siria -incluyendo a los refugiados en países vecinos-, Malawi y Zimbabwe. Ante la ausencia de medidas inmediatas y contundentes -no solo para salvar las vidas de las personas, sino también para evitar que caigan en la hambruna-, la situación en estos países continuará empeorando en los próximos meses.

El total de 108 millones de personas que, según estima la FAO, se enfrentan a la inseguridad alimentaria aguda en el planeta, viven en 48 países distintos. Esto supone un drástico aumento en comparación con los 80 millones que se encontraban en esa misma sitación en el año 2015.

El fuerte incremento refleja los problemas de la población para producir y acceder a los alimentos debido a los conflictos, los precios a niveles récord en los mercados locales de los países afectados y a eventos meteorológicas extremos como la sequía y las lluvias irregulares causadas por El Niño. De todos estos factores, los conflictos civiles son el más determinante en nueve de las 10 peores crisis humanitarias, lo que pone de relieve el estrecho vínculo existente entre paz y seguridad alimentaria, según el Informe mundial sobre crisis alimentarias 2017.

«Este informe pone de relieve la necesidad fundamental de acciones rápidas y específicas para responder eficazmente a las crisis alimentarias y abordar sus causas profundas», explicó Neven Mimica, comisario europeo de Cooperación Internacional y Desarrollo.

«Espero que este documento sea una herramienta eficaz para que toda la comunidad internacional podamos mejorar la coordinación de nuestras respuestas a las crisis», señaló por su parte Christos Stylianides, comisario de Ayuda Humanitaria y Gestión de Crisis.

Y es que «el coste en términos humanos y de recursos no hace más que aumentar, si dejamos que las situaciones se deterioren», advirtió el director general de la FAO, José Graziano da Silva. «Podemos evitar que la gente muera a causa de la hambruna -añadió-, pero si no ampliamos nuestros esfuerzos para salvaguardar, proteger e invertir en los medios de subsistencia rurales, decenas de millones de personas seguirán padeciendo inseguridad alimentaria severa».

«Las cifras reflejan un panorama sumamente preocupante, con más de 100 millones de personas con grave inseguridad alimentaria, con un nivel de sufrimiento que ha sido provocado por los conflictos y el cambio climático. El hambre agrava las crisis, creando una inestabilidad e inseguridad cada vez mayores. Lo que es hoy un problema de seguridad alimentaria se convierte mañana en un problema de seguridad», aseguró Ertharin Cousin, Directora Ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos.

«Es una carrera contra el tiempo: el mundo debe actuar ahora para salvar las vidas y el sustento de millones de personas que se encuentran al borde de la inanición», concluyó Cousin.